En nuestro país, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por tumores en mujeres y se estiman que se producen más de 19 mil nuevos casos por año.
Y si bien es una enfermedad que se puede prevenir y tratar, alrededor del tema aún existen dudas y mitos. Uno de ellos tiene que ver con la prevención de este tipo de cáncer a través de la lactancia.
Las formas habituales de prevención tienen que ver con la adherencia los hábitos saludables, como realizar ejercicio físico, disminuir la ingesta de alcohol y el consumo de grasas, mantenerse en un peso adecuado y realizarse controles médicos, especialmente después de los 50 años. ¿Qué sucede con la lactancia?
La decisión de amamantar es siempre personal, pero la lactancia se suma a las acciones que sirven para bajar la posibilidad de desarrollar la enfermedad. Entre la evidencia científica disponible, distintas investigaciones llegaron a la conclusión que el amamantamiento por un período de al menos seis meses disminuye los riesgos, al mismo tiempo que, como ya se sabe, estimula el sistema inmunológico del recién nacido y lo alimenta.
¿Cómo ocurre esta prevención que aportaría la lactancia? Por un lado se cree que la producción de la hormona estriol puede prevenir el desarrollo a futuro de las células cancerosas. Otros estudios sugieren que la leche materna elimina las células malignas, o que la leche materna elimina estrógenos y líquidos cancerígenos.
La protección de la lactancia aumentaría a partir del amamantamiento por un lapso superior a los 12 meses, tanto para mujeres sin antecedentes familiares pero especialmente para aquellas que sí los tienen.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diferente incidencia del cáncer de mama en los países desarrollados y los países en desarrollo puede explicarse en parte por los efectos de la alimentación, unidos a la mayor edad del primer embarazo, el menor número de partos y el acortamiento de la lactancia.