De manera gradual, las bandas pueden ir reencontrándose con su público en los países en los que la vacunación contra el coronavirus avanza de manera sostenida. Uno de ellos es Estados Unidos, en donde los teatros de Broadway se acercan a su reapertura y en donde hace dos días Foo Fighters volvió a subir a un escenario, la primera vez desde el comienzo de la pandemia.
En el Canyon Club, un local de Los Ángeles, California, con capacidad para apenas mil personas, Dave Grohl, Pat Smear, Taylor Hawkins, Nate Mendel, Chris Shiflett y Rami Jaffee dieron un show íntimo, con entradas vendidas solo para aquellos que pudieran probar, con un certificado, que ya se habían vacunado para prevenir el covid-19.
A pesar de las protestas de algunos fans que se quejaron por el requisito para ver el recital, Foo Fighters hizo vibrar al recinto, a través de un listado de 23 canciones, que incluyó temas ya clásicos de la banda, como “Times Like These”, “The Pretender” y “Learn To Fly”, y otros más nuevos, provenientes de su último disco, Medicine at Midnight.
Sin embargo, un momento alto de la noche no fue durante la interpretación de un tema propio, sino con el cover de un gran hit de Queen, “Somebody To Love”, seguramente, la frutilla del postre de una noche inolvidable para las mil personas que pudieron alegrarse con la música de Foo Fighters, otra vez en vivo: