El reconocido escritor y crítico literario George Steiner falleció ayer a la edad de 90 años en su casa de Cambridge, según informó su hijo David al The New York Times.
Steiner era considerado uno de los pensadores más influyentes del siglo XX y uno de los más reconocidos estudiosos de la cultura europea. Nacido en Paris en abril de 1929, vivió en muchos países lo que le permitió conocer distintas lenguas y culturas.
Poco antes de la ocupación de Francia por el Ejército alemán, Steiner emigraría a los Estados Unidos donde estudiaría en prestigiosas universidades como Chicago y Harvard. Su vida académica, sin embargo, no terminaría allí. Estudió también en Oxford, Princeton, Cambridge, Innsbruck y Ginebra, entre otras casas de estudio.
Fue gracias a ello que Steiner comenzó a desarrollar un profundo interés por las lenguas de Europa. Comenzó a investigar a fondo aquellas con mayor acervo cultural del continente.
Esta afición de Steiner por las lenguas es algo que se despertó a muy temprana edad. A los seis años de edad su padre le enseñó griego al leerle “La Ilíada” en lengua original.
Las indagaciones de Steiner, una de las mentes más lúcidas de nuestros tiempos, se ramifican en tres grandes ejes. El primero de ellos, relacionado con su filiación judía, lo acercó a la lengua hebrea y a los estudios bíblicos y a esa actitud tan propia de no dar por sabido o concluido todo lo que se presta todavía a alguna interpretación. De ahí derivó su pasión por la traducción entre lenguas diversas y los mundos que encierra cada una de ellas.
En segundo lugar, cabe mencionar, su desarrollos teóricos en los estudios de la filosofía, la política y las letras de la Grecia clásica. Finalmente, y como tercer eje de su pensamiento, se destaca su preocupación por el pasado y el porvenir de Europa. Un continente al que Steiner consideraba como un crisol y depositario de una enorme cultura humanística.
Como académico y crítico literario, escribió más de veinte obras. Entre ellas, podemos destacar, “Un largo sábado”, “Fragmentos”, “La muerte de la tragedia”, “Tolstoi o Dostoievski”, “Necesidad de música”, “En lo profundo del mar”, “Gramáticas de la creación” y “El Silencio de los Libros”, entre otras.
A lo largo de su vida académica recibió varios reconocimientos importantes. Fue nombrado miembro de honor de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y de la Academia Británica. Además era doctor honoris causa de las universidades de East Anglia, Lovaina, Mount Holyoke College, Bristol, Glasgow, Lieja, Ulster y Durham. Asimismo, también, ganó los premios Truman Capote y el Internacional Alfonso Reyes.
En 2001, fue merecedor del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Al recibirlo, dio un resonante discurso titulado “Los sueños son el campo neutral de las contradicciones”.
(Con información de ABC Cultura y Télam)