La proyección de “El Público” de Mariano Pensotti, realizada a las 20 horas de manera simultánea en el Teatro y Centro Cultural San Martín, inició la edición número 13 del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA). La obra que pone en tensión los límites del teatro y el cine consolidó la actividad cultural veraniega en un evento anual y continuó con una fiesta performática en el barrio de San Telmo.
Después de la apertura formal, el Casco Histórico de la Ciudad viajó en el tiempo a los años ochenta. La musicalización de la DJ Carla Crespo y la voz de la artista drag Regia Federala, desde el balcón de Altos de La Estrella, hizo bailar a más de mil personas mientras los negocios de la calle Defensa se llenaban de nuevos espectadores que se acercaron a ver las performance dirigidas por Aymará Abramovich.
Desde la edición anterior que el festival busca atraer a nuevos públicos, esos espectadores ocasionales que salieron a un lugar de la ciudad y se toparon con un evento artístico. Por eso, además de repetir el gran cierre con el Maratón Abasto programado para el sábado 1 de febrero, innovó con un festejo que transformó a la zona más emblemática en una disco. “Un área que se dedicó a hacer un seguimiento con la información del público que asistió el año pasado al festival, determinó que la mayoría de los espectadores que formaron parte del Maratón Abasto fueron por primera vez al teatro. El mismo estudio comprobó que un porcentaje importante de ese público siguió yendo al teatro, lo que demostró ser una política efectiva y por eso desde el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires se trabaja por la continuidad”, comentó para Diario Vivo Federico Irazábal, director general del FIBA, en relación al surgimiento de la fiesta en el Casco Histórico.
Ayer las luces led de las terrazas captaron la atención de varios ciudadanos que se atrevieron a disfrutar de la música y los espectáculos breves con entrada gratuita. Primero cobraron vida los personajes del interior de la Casa de los Querubines del Museo de la Ciudad y presentaron “Enigma en el Museo”, una aventura para chicos que tuvo lugar desde las 18 hasta las 22 horas. Cuando la música ochentosa se impuso, empezaron las propuestas para adultos. En la esquina de Defensa y Bolívar el dueño de la Librería de Ávila, Miguel Ávila, junto a varios intérpretes ofreció una visita a través de la historia, la música y la literatura en su emblemático local fundado en 1875. Unos metros más adelante participó Farmacia La Estrella con un sketch humorístico en el que combinaron recetas magistrales, homeopatía, historia nacional y arte italiano. También tuvo despliegue escénico la terraza del edificio Altos de Elorriaga que, con su efecto luminoso, guió a los visitantes por una pista de despegue que permitía recorrer una de las primeras construcciones de la ciudad.
A mitad de la noche una larga fila se formó en los stands de la organización del festival para retirar tickets e información sobre la programación y, por sobre todo, consultar por más performance en la calle, según explicó una de las organizadoras. Una multitud de diversas edades disfrutó los boleros de Los Amados, el show central de la fiesta y bailo hasta la una de la madrugada. Para cerrar la noche del jueves Carla Crespo mezcló entre los clásicos temas de la época un poco de rock nacional y, después de despedirse, una murga aportó su ritmo para desconcentrar hacia la Plaza de Mayo.
El FIBA con su propuesta de transformar e intervenir la ciudad por medio de sus artistas se convirtió, desde el año pasado, en el festival de verano de Buenos Aires y apostará más fuerte cada año. La edición que comenzó ayer ofrecerá más de 500 espectáculos en 115 sedes y, por segundo año consecutivo, se unirá con Ciudanza, el festival de danza que iniciará hoy y finalizará el 26 de enero. Además de la programación internacional está compuesta por obras de Alemania, Uruguay, Chile, Francia, Italia, Suiza, España, Canadá y Colombia, y hay más de 17 obras locales seleccionadas para esta edición.