Hoy por la mañana el mundo de las letras se despertó con una triste noticia. El periodista, escritor y traductor Leopoldo Brizuela falleció a la edad de 55 años.
Brizuela nació en la ciudad de La Plata en el invierno de 1983, hijo de una madre catalana y un padre riojano. Debutó en el mundo de las letras en 1977 gracias a Gustavo Nielsen, quien lo impulsó a publicar sus primeros relatos en la revista Oeste. Su labor como periodista comenzaría al año siguiente.
Su primera novela, “Tejiendo agua” , ganadora del Premio Fortabat de Novela, vería la luz en 1985. A partir de allí, despegaría su carrera como escritor.
Entre sus obras se destacan “Inglaterra. Una fábula”, publicada en 1999, obra por la cual recibiría el Premio Clarín de novela y el Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires para el bienio 1999-2000; su colección de relatos “Los que llegamos más lejos”; la novela “Lisboa. Un melodrama” y “Una misma noche”, ganadora del Premio Alfaguara de Novela, entre muchas otras.
Leopoldo Brizuela pasó los últimos años de su vida trabajando en la Biblioteca Nacional donde se encargaba de rescatar obras de autores argentinos.
Su último libro publicado, “Ensenada. Una memoria”, es un texto polifónico y con rasgos autobiográficos en el que se reviven los días de septiembre de 1955 en los que la Marina amenazaba con bombardear la refinería YPF.
“Ya no se habla del texto“, aseguraba su autor en una entrevista concedida a propósito de la aparición de esta obra. “La forma, el lenguaje, y qué significa, porque una novela no solo significa por lo que cuenta sino por la forma. Y eso se perdió. Cosas básicas, como qué implica que en mi novela el punto de vista sea el de una nena. O la estructura, los finales, de esas cosas no se habla. Son circunstancias ajenas al texto en sí mismo las que parecen interesar. Y los propios escritores están demasiado preocupados por lo que hay afuera“, se lamentaba Brizuela
Ha traducido a grandes nombres de la literatura como Henry James, Flannery O’Connor y Eudora Welty, entre otros. Asimismo, ha coordinado diversos talleres de escritura, entre ellos en la cárcel de mujeres de Olmos y de 1990 al 2000 en la Asociación de Madres de Plaza de Mayo.
La literatura nacional lo extrañará con creces pero su legado permanecerá incólume y vivo en sus trabajos.