“Lo más importante es desarrollar una cultura de la solidaridad”, explicó el Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, en la primera reunión virtual convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La decisión política fue poner la cultura al servicio del sistema de salud y, al igual que el virus, el compromiso se propagó muy rápido. A principios de abril Bauer dispuso transformar el predio de Tecnópolis en una unidad sanitaria de internación para más de 2500 enfermos de COVID-19 y ahora se enfoca en acondicionar las salas de la ex ESMA para la instalación de impresoras 3D que permitan realizar máscaras de protección. Las nuevas autoridades del Teatro Nacional Argentino (TNA), Rubén D’Audia y Sebastián Blutrach, propusieron utilizar los espacios y las herramientas del Cervantes para la confección de barbijos.
A esta iniciativa también se sumó Martín Boschet, director ejecutivo del Teatro Colón, que conformó con bailarines, músicos, esceno técnicos y diferentes empleados un equipo de ayuda que trabaja en conjunto con el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires para colaborar en vacunatorios, hoteles para repatriados y atención telefónica, entre otras tareas. “Si la cultura de la solidaridad y la diversidad eran nuestras banderas en el momento de asumir, hoy lo son más que nunca. Nos encontramos en un nuevo escenario mundial, estamos frente a un pandemia que espanta y mata”, comentó el ministro en el foro virtual.
El voluntariado hace eco en los trabajadores de la cultura que unen fuerzas para contribuir en una causa común, además de modificar y sostener su programación a través de las plataformas webs para el entretenimiento del público durante la cuarentena obligatoria, cada área destina sus conocimientos para asistir a la emergencia sanitaria: “Todos los compañeros y compañeras estamos muy contentos y orgullosos de lo que hacemos”, contó Nelson Segovia jefe de sastrería del TNA. El supervisor del área de vestuario del Teatro Nacional, que ahora coordina la confección de barbijos, conversó con Diario Vivo sobre los modos de trabajo que implementan y lo importante que es para el equipo llevar a cabo su nueva tarea.
Diario Vivo: ¿Cómo surgió la iniciativa?¿Por qué decidiste formar parte?
Nelson Segovia: Estaba casualmente en mi casa haciendo barbijos que armaba para mí y mi familia según unos tutoriales y; charlando con los compañeros, en una comunicación casi diaria porque había necesidad de hablar; surgió el interés de hacer algo. Todos me manifestaron sus deseos e inquietudes de hacer barbijos o algo pero a distancia era difícil organizarse. A los 2 días de esas conversaciones me llama mi jefe, mi superior inmediato, con esta propuesta que habían considerado la nueva dirección del teatro con el Ministerio de Cultura de la Nación y Desarrollo Social de la Provincia. Cuando me dijeron no lo dudé ni un segundo. Todos los compañeros y compañeras estamos muy contentos y orgullosos de lo que hacemos.
DV: ¿Qué dinámica de trabajo implementaron cuando llegaron al teatro?
NS: Las primeras 2 semanas teníamos que organizarnos para poder hacer del Cervantes un taller industrializado. Nosotros teníamos que pasar de trabajar por unidad a hacerlo por cantidad. Comenzamos hace 20 días cortando muestrarios, lo que me permitió coordinar el modo de trabajo: un grupo evalúa las telas de las donaciones que recibimos; hacemos una selección porque tienen que cumplir ciertos requisitos, no pueden ser muy finas o de trama muy abierta porque no sirven y tampoco pueden ser muy gruesas porque no entran en las máquinas; después me llaman para hacer juntos el redondeo de lo que puede llegar a ir y lo que no, y dejamos las telas en manos de las vestidoras que se encargan del lavado, secado y planchado para que pasen a corte, ahí cada uno hace una parte del armado del barbijo. Ahora se anexó el grupo de utilería; a medida que podemos incorporar a alguien conservando las distancias y las medidas de prevención lo hacemos; ellos se sumaron en el piso 11, que corresponde a una sala de ensayo, con máquinas y mesas para colaborar con los cortes. Después Desarollo Social de la Provincia de Buenos Aires viene y retira la bolsa con los barbijos y los reparten donde ellos creen conveniente. Sacamos grandes cantidades por día, no podemos contabilizar cuántos producimos porque se pisa con trabajo del día anterior, pero entregamos bolsas de 25 paquetes con 20 barbijos cada uno, lo que serían más o menos 500 unidades por bolsa que son retiradas cada semana.
DV: ¿Qué sucedió con los muestrarios?
NS: La primer partida que realizamos le pregunté a la ministra de desarrollo a dónde los enviaban, porque las primeras telas que recibimos eran colores muy estridentes. Da la casualidad, como suelo decir las cosas tienen que pasar, iban directo a minoridad para personas que trabajan con niños y niñas que, por la pandemia, no pueden tener contacto con el mundo exterior. Los chicos no lo van a usar, son para la gente que trabaja ahí con ellos que llevan puesto el protector durante toda la jornada, en ese caso los colores tienen otro valor.
DV: ¿Qué pensás de poner el TNA y tu trabajo al servicio de la emergencia sanitaria? ¿Cómo te sentís con eso?
NS: Ninguno tiene la vaca atada, hay que minimizar todo lo que sea posible, pero no puedo pedir más de lo que hacen para cuidarnos. Pusieron todo a disposición nuestra: generaron los pases para cada uno; designaron móviles de cultura para garantizar el traslado al teatro, hay compañeros que vienen desde Berazategui; acondicionaron todo para tener la prevención sanitaria, entras al teatro y tenes que pasar los piés por lavandina y lavarte con alcohol en gel, porque para subir por ascensor tenes que tocar los botones, salís tenés otro dispenser de alcohol, entras al taller también hay dos dispensers; las máquinas están separadas, la distancia se cunple… estamos súper cuidados y protegidos desde un primer momento, para mi es un orgullo decir que el director viene todos los días a preguntarnos qué necesitamos, y si no pasa Rubén viene Sebastián. No puedo decir absolutamente nada de los directores, se portaron re contra bien con tada la gente, más es imposible.
DV: Cuando salió el decreto de aislamiento social, preventivo y obligatorio, la programación tenía previsto estrenos a fines de marzo y principios de abril
NS: El corte por la cuarentena fue muy abrupto para nosotros, pasamos entre 8 y 9 horas por día trabajando juntos. Estábamos con 3 espectáculos a la vez y nos quedó mucho trabajo por la mitad. Este año va a ser imposible retomar las actividades del teatro. El otro día, en una de las recorridas del director, Rubén nos preguntó “¿Llegaré a estrenar alguna obra en mi gestión?”, nos reíamos. En todos los ámbitos vamos a adquirir nuevas formas de trabajar y de relacionarnos, nosotros tenemos que aprender cómo tratar al público cuando regrese. Hay que cambiar un montón de cosas, tenemos un crisol de orígenes que nos lleva al beso, al abrazo, al mate, al estar en contacto, mucho de esto ya no pueden ser. Fue duro al principio vernos con los compañeros que, con 10 años de trabajo juntos, somos de abrazarnos mucho. Ahora pasó a un segundo plano, pero es otra manera de relacionarse; hoy no transmitís con una sonrisa sino con la mirada.
DV: ¿Cómo es la situación laboral de los empleados en este momento?
NS: Estamos cobrando nuestro sueldo de forma normal, también por eso queríamos trabajar. No es ad honorem, el Estado nos paga por la función que cumplimos que es trabajar en la realización de barbijos que se distribuyen a las personas que lo necesitan; que como empleados lo sentimos de otra manera porque no estamos obligados ni presionados a realizarlo, es otro asunto. Pero todos queríamos trabajar, el Cervantes es nuestra segunda casa, los que no están en el taller es por una particularidad; personas diabéticas, asmáticas, adultos mayores, son casos que quieren trabajar pero es mejor conservar el aislamiento. Igual estamos conectados, si ellos quieren participar se evalúa la posibilidad de acercarles las herramientas de trabajo. Una compañera, por ejemplo, tuvo una neumonía muy fuerte el año pasado y la consideramos persona de riesgo, pero ella quería formar parte de esta iniciativa entonces le mandamos una caja esterilizada con los medios para que realice el inicio del barbijo, después terminamos acá. Estamos muy orgullosos y felices de lo que hacemos porque si bien está el fin solidario, también está la solidaridad entre compañeros.