Lectora voraz y autodidacta, la cantante y compositora mexicana Julieta Venegas asegura que para ella la literatura ha sido “una parte inspiradora y vital” en su trayectoria como compositora, a pocas horas de la clase magistral que ofrecerá mañana martes a las 19.30 hs, en el Centro Cultural San Martín, donde recorrerá entre música y lecturas los libros fundamentales de su vida.
La correspondencia entre Hannah Arendt y Mary McCarthy, “La isla de Arturo” de Elsa Morante, “Limónov” de Emmanuel Carrère o “La piel de caballo” de Ricardo Zelarayán son apenas un trazo del mapa de lecturas que Julieta Venegas comparte en su Twitter.
Lo sabe: una recomendación literaria lleva a otra y después a otra y así, “poco a poco”, como dice, la literatura se diseña al ritmo personal de cada lector.
Por Paul Auster llegó a Franz Kafka y a Samuel Beckett, y si no es por sugerencia de un librero o de amigos, hay libros que llegan a ella de manera inesperada cuando recorre librerías sin brújula, dispuesta a esos mundos que se abren detrás de cada portada.
Su debilidad son las secciones de literatura de pueblos eslavos, por su historia y complejidad. Así, de casualidad, conoció “La manzana de Adán” del húngaro Erno Szép y la saga moscovita del ruso Vasili Aksionov, dos libros que la acompañan siempre.
En la clase magistral “Mi vida como lectora”, que tendrá lugar mañana en el Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA) -con entrada gratuita e inscripción previa en la web-, la compositora mexicana nacida en los Estados Unidos y radicada en la Argentina hace algunos meses recorrerá parte de esa experiencia con la literatura, y abordará la relación entre sus lecturas fundamentales y sus canciones, en lo que será el primer evento del Ciclo de Letras de este año.
Compartimos la entrevista realizada por Télam a la artista en torno a su presentación y lecturas:
¿Cómo dirías que se construye un perfil literario?
Con mucha curiosidad, con descubrimientos, epifanías, con momentos en que lees algo que te sorprende, te entusiasma o con lo que te vas identificando. Cuando no estudias literatura, la manera de aprender es leyendo. Yo aprendo de lo que leo. Creo que la lectura es algo que se puede ir haciendo poco a poco en la curiosidad y en la búsqueda.
¿Cómo fueron tus primeros encuentros con los libros?
Fueron una búsqueda autodidacta. En mi casa no crecí rodeada de libros o con guías de lectores. Hasta que descubrí lo que podía pasar cuando leía algo escrito y ahí no paré, porque entendí que en eso que leía me pasaba algo, me emocionaba. El proceso de lectora ha sido muy lento y muy mío.
¿Y cuáles crees que fueron libros fundamentales en ese proceso?
Es algo que va cambiando todo el tiempo y nunca acaba de completarse. Siempre han sido las novelas. Me di cuenta de que me gustan mucho las obras bien desarrolladas y los libros que no te resuelven todo. Soy muy lectora de narrativa. “Jane Eyre” de Charlotte Brönte fue una novela muy importante. Lo mismo me pasó cuando leí a Rosario Castellanos, Juan Rulfo y Elena Garro. Dostoyevski también ha sido muy importante. En la charla de mañana voy hablar de la primera novela de Elsa Morante “Mentira y sortilegio”, que es un libro tremendo y luminoso sobre la historia de una familia contada a través de una chica joven que cuando era niña perdió a sus padres. Es una visión muy generosa, no hay personajes felices y no se los juzga, por eso es generosa. Otro que ha sido fundamental es Mircea Cartarescu. “Solenoide” es una obra alucinante que cambia vidas. A mí me hizo hacerme muchas preguntas, es un libro que requiere de mucha entrega y exige mucho pero a la vez es una experiencia preciosa.
¿Y la poesía?
A la poesía también la fui descubriendo poco a poco. A diferencia de la narrativa, las secciones de poesía en las librerías suelen ser un poco desordenadas. El otro día estaba en Clásica y Moderna y de pronto acabé metiéndome hasta el fondo y de repente no entendí qué hacía tanto tiempo allí, y me encuentro con un libro del polaco Czeslaw Milosz, de quien yo había leído sus ensayos pero no había encontrado sus poesías.
¿Qué te pasa cuando leés, qué se pone en juego?
Se moviliza todo cuando leo. Me gusta mucho reflexionar sobre lo que estoy leyendo. Me gustan los estilos literarios como diferentes maneras de escribir. Y persigo mucho la empatía: el sentir que puedo vivir algo a través de los ojos de alguien sin haber estado ahí, y que sea desde un lugar súper propio. Por ejemplo, cuando leí “Vida y destino” de Vasili Grossman, lo que me impactó de ese libro es que te involucras con cosas muy fuertes que de otra manera no hubieses logrado. Es un libro tremendo porque te conectas emocionalmente con lo que ocurre.
A diferencia de otras expresiones artísticas ¿qué tiene la literatura de distintos para vos?
Yo no veo series. Hace mucho dejé la televisión atrás. Me desespera la experiencia de la televisión, no tengo paciencia, incluso desde que tuve a mi hija veo menos. Ahora en Buenos Aires estoy reconectando con el teatro. Pero leer he leído siempre. Quiero decir he volcado muchas cosas hacia la lectura, es mi mayor forma de entretenimiento y de búsqueda. La literatura exige una entrega. Cuando leo me comprometo mucho. Soy poco abandonadora de libros. Y eso creo que tiene que ver con mi formación como lectora: yo pienso que aunque un libro no me está gustando me está enseñando algo. Quizá por no haber estudiado literatura formalmente, para mí todos los libros enseñan algo y le dedico mucho tiempo.
En tus redes compartís libros que te gustan, como una forma de socializar una práctica que parece muy solitaria ¿por qué lo hacés?
No soy de compartir lo que como o mi vida cotidiana, sino que me gusta compartir la lectura porque creo que es algo que se debiera multiplicar. Hay cosas que son más fáciles e inmediatas, y compartiendo en redes de alguna manera creo que se corre a la lectura de esa cosa solemne y estudiosa. Para mí leer es una experiencia y un entretenimiento que enriquece un montón, y al que todo el mundo tiene acceso. Y además tiene que ver con mis gustos, porque a mí encontrarme con la literatura me cambió la vida, como la música.
¿Qué lugar ocupa la literatura en tus composiciones?
Siempre ha habido una presencia de mis lecturas en lo que escribo. Están conectadas totalmente. No sé si hay canciones que hablen directamente sobre un libro o un autor, pero en mi último disco escribí varias canciones inspirada en los libros de Karl Ove Knausgard y en las memorias de Marcel Proust. El tema de la memoria me estaba dando vueltas en la cabeza y venía de esas lecturas. Pero también como algo más profundo: una manera de sentir la palabra y de buscar en las palabras una expresión. En las canciones hay un balance que se crea entre la letra y la música, para mí son las dos cosas lo que hay que buscar, que las dos sumen para construir una canción.
¿Y cómo se conjugan esos lenguajes en tu trayectoria artística?
Mis letras han pasado por diferentes momentos pero lo que intento hacer es un balance. Es una búsqueda, pero no sé si llamarlo literatura, porque siempre uso una simplicidad en la canción que también es estética. Creo que es una búsqueda que ha tenido una evolución en la manera de escribir letras, y quiero pensar que la sigo teniendo y que de alguna manera sigo descubriendo maneras de expresarme por el lado de la letra.