La tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos y sus aliados creció exponencialmente este fin de semana, tras el ensayo, por parte del régimen comunista, de una bomba de hidrógeno. A las siempre ambiguas declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien no descarta hacer uso de una opción militar, hoy se sumó el pedido en la ONU para que Pyongyang reciba como sanciones “las medidas más fuertes posibles”.
“A pesar de nuestros esfuerzos el programa nuclear de Corea del Norte está más avanzado y es más peligroso que nunca”, dijo La embajadora estadounidense en Naciones Unidas, Nikki Haley, quien recamo al Consejo de Seguridad de ese organismo que se tomen medidas “más fuertes” contra este país.
“La guerra nunca es algo que Estados Unidos quiera. No la queremos ahora. Pero la paciencia de nuestro país no es ilimitada”, advirtió la funcionaria. Y agregó que Corea del Norte está “suplicando por una guerra”.
Después del fuerte sismo, producto de la prueba militar que realizó Corea del Norte, y que se sintió en territorios de China y Corea del Sur, Estados Unidos advirtió que podría defenderse de un ataque en su contra o dirigido a sus aliados con una “respuesta militar masiva”.
Como es su costumbre, Trump se expresó a través de la red social Twitter aunque esta vez sin su tono belicoso. En cambio, le hizo fuertes reproches a Corea del Sur, por su actitud contemplativa frente a su vecino país.
“Corea del Sur está encontrando, como les dije, que sus palabras de apaciguamiento con Corea del Norte no funcionarán, ¡ellos solo entienden una cosa!”, tuiteó Trump.
El mandatario republicano sí dijo que su gobierno podría imponer más sanciones económicas a Corea del Norte y a quienes comercialicen con este país.
El último ensayo realizado por el régimen norcoreano, liderado por Kim Jong-Un fue el sexto y el más potente realizado hasta la fecha. El Servicio Geológico de Estados Unidos registró que el sismo posterior a la detonación fue de 6,3°. La explosión habría tenido mayor poder de destrucción que las bombas lanzadas por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, en Hiroshima y Nagasaki.