El trovador cubano Pablo Milanés vuelve a la Argentina y tocará un nutrido repertorio compuesto a partir de sus clásicos. “Canciones para siempre” es el nombre del espectáculo del de músico, uno de los más significativos de la isla junto a Silvio Rodríguez.
El show recorrerá clásico del compositor, cuyo trabajo se remonta a la década del ’60 con himnos como “Ya ves”, “Para vivir” o “Yo no te pido”. En este concierto, en el Teatro Coliseo, Milanés hará un repaso también de temas emblemáticos de su posterior trabajo, con clásicos como “Yolanda”, “Te quiero porque te quiero”, “Yo pisaré las calles nuevamente”, “De qué callada manera”, “El tiempo el implacable, el que pasó”.
El equipo que acompañará al cubano es una formación trio, integrado por Miguel Núñez (piano y dirección musical), Osmani Sánchez (batería) y Sergio F. Raveiro (bajo), en lo que podría llamarse un homenaje a su trayectoria, que además contará con aquellos temas que lejos de establecerse como los clásicos, quedaron relegados u olvidados en la circulación popular.
“Este espectáculo me permite recuperar canciones propias que han pasado desapercibidas y que tienen un valor para mí. Son canciones que grabé hace muchos años y de las cuales muchas no se conocen y que me permiten experimentar en un ejercicio con el que me ha ido bien, porque el público ha sido muy receptivo en España y en México” expresó el cantante, en diálogo con Télam.
En una noche que propone la ejecución de al menos 70 temas como “El breve espacio en que no estás”, “Si ella me faltara alguna vez”, “Días de gloria” o “Plegaria” también incorporará trabajos más recientes como “Regalo”.
El último trabajo del artista que no descansa, fue lanzado a principios de este año, titulado: “Amor”, realizado a dúo con su hija Haydée Milanés, con la que se presentó en la ciudad de México. En 2015, el trovador recibió el Grammy a la Excelencia Musical.
Pablo Milanés nació en Bayamo, cuba, el 24 de febrero de 1943, y desde niño comienza a cantar como aficionado en la radio. El traslado de su familia hacia La Habana a inicios de los ’50, supone su entrada en contacto con artistas populares y grupos tradicionales que, más allá de sus estudios en el Conservatorio Municipal de La Habana, son los que nutren al joven de una mayor diversidad y riqueza sonora, características de su música y repertorio, hasta el día de hoy.