La pregunta de la diputada nacional Carla Carrizo, de Evolución radical, acerca de los recursos que destina el Estado a la Iglesia católica disparó un debate poco tratado: la separación de los cultos y el Estado.
La respuesta del jefe de Gabinete, Marcos Peña, ayer en su informe de gestión ante la Cámara Baja, reveló que se destinan 130 millones de pesos del presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a los obispados. El subsecretario de Culto de la Nación, Alfredo Abriani, aclaró que los recursos para la Iglesia católica están estipulados “por ley”, que establece que “la asignación para un obispo auxiliar es un 70 por ciento del sueldo básico de un juez de primera instancia y el 80 por ciento en el caso de los titulares”.
“Me sorprendió la pregunta porque esos datos son públicos”, advirtió el ex secretario de Culto de la Nación Guillermo Oliveri, en diálogo con Diario Vivo.
El ex funcionario de la gestión kirchnerista indicó que la Iglesia recibe subvenciones directas y las otras confesiones religiosas tiene exenciones impositivas. Oliveri aclaró: “es más importante el presupuesto que va a todos los colegios confesionales”.
“Ese monto es grande, mucho más importante”, indicó, en referencia a las partidas presupuestarias del Ministerio de Educación destinados a las escuelas religiosas, que supera ampliamente los 130 millones de pesos que la Secretaría de Culto destina a los obispados de todo el país.
-¿La Iglesia católica o los cultos religiosos deben ser sustentados por el Estado?
-Algunos obispos han querido modificar esta relación. Monseñor Carmelo Giaquinta (ex arzobispo de Resistencia) propuso que aquel ciudadano que tiene un culto brinde un porcentaje de su impuesto para sostener su iglesia, de manera que no sea subvencionada por todos los ciudadanos. El impuesto de los que no sean fieles se destinaría a fines sociales. Pero esa discusión nunca prosperó en ámbito de la Iglesia y tampoco desde el Estado, porque habría que modificar la Constitución. De todas maneras, la Iglesia puede, por motus proprio, renunciar al sustento del Estado.
-¿Hasta dónde llegó la discusión dentro del Iglesia?
-Nunca pasó de una comisión interna del Episcopado. Personalmente, me parece bien que la Iglesia tome esta decisión.
-¿En qué se funda el financiamiento del Estado a la Iglesia?
– La justificación tiene 200 años. Es la incautación que dispuso (Bernardino) Rivadavia de bienes muebles e inmuebles de la Iglesia. Desde el concordato entre Estado y Vaticano, en la fundación de la Nación, surgen este tipo de leyes y normativas que hacen una suerte de compensación de aquellos recursos que el Estado le había quitado a la Iglesia. Esta discusión también tiene que ver con las propiedades que tiene la institución, cuyo valor es muy superior al porcentaje del presupuesto destinado a los obispados.
-¿Cuál es la incidencia de la Iglesia en las decisiones de Estado y por qué?
– Hay un porcentaje de 75 por ciento de argentinos que se dicen católicos, pero hay un aumento importante de evangélicos y agnósticos. Si bien la Iglesia católica perdió fidelidad y no tiene la misma incidencia desde el inicio del gobierno de Néstor Kirchner, hay provincias en donde el 90 por ciento de la población es católica y es habitual que el obispo se junte con el gobernador. En las provincias como Salta, Catamarca, Tucumán, los obispos tienen mucha incidencia. En otras, nada. Eso tiene que ver con la tradición de cada provincia.
-¿En qué radica la fortaleza de la Iglesia y su nivel de incidencia en la política?
-La Iglesia tiene un incidencia muy profunda en lo social. La estructura de Cáritas brinda mucha ayuda y contención social. La curia católica también intervienen en los conflictos laborales. Opera en niveles más transversales, desde la educación, desde la ayuda social. También ha tenido cuadros políticos, como (Jorge) Bergoglio, y dirigentes conservadores que forman parte de todos los poderes del Estado.
-¿Cree el papa Francisco tiene un rol político, como le atribuyen?
-Sin dudas es un hombre con pensamiento político y de los pocos que tenía una mirada sobre cómo pensaba al país. Su raíz peronista es indiscutible, pero le parecía que la Iglesia tenía que tener un papel político. No por nada fue construyendo su camino al papado.
-¿Cómo evalúa la relación del gobierno de Mauricio Macri con el Papa?
-El problema del Papa es que plantea una renovación. La relación con el gobierno es diplomática y amable. El problema no es Macri, sino la políticas neoliberales. Hay un cambio de política de la Iglesia, que está más cercana a la que plantea Bergoglio, de crítica al neoliberalismo y preocupado por el ambiente.