Augusto Roa Bastos nació en Paraguay el 13 de Junio de 1917, hace exactamente 100 años. Exiliado de su país natal por la dictadura del general Higinio Morínigo, el escritor vivió casi tres décadas en la Argentina, donde desempeñó oficios múltiples destacándose como guionista de cine. Se quedó en el país hasta 1976, cuando nuevamente se exilió a causa de la dictadura argentina rumbo a Toulouse, Francia, donde también dictó clases de guaraní y literatura latinoamericana.
El exilio, su afinidad completa con el país que lo expulsó, el desarraigo y Buenos Aires, fueron la inspiración de la muestra “Augusto Roa Bastos. Fragmentos del exilio porteño” que a partir del miércoles 14 de junio podrá visitarse en La Biblioteca Nacional y recopila los afiches de las películas que escribió, periódicos, letras de canciones, material audiovisual, primeras ediciones de sus libros y fotografías, que intentan retratar los años que el escritor vivió exiliado en Buenos Aires, donde escribió las obras más significativas de su producción literaria: El trueno entre las hojas (1953), Hijo de hombre (1960) y Yo el supremo (1974).
Durante su estadía en territorio porteño, transcurrido mayormente en el barrio de Almagro, aunque también residió en Martínez, zona norte, Roa Bastos subsistió varios años como pudo: fue mozo en un hotel alojamiento, corrector de pruebas en un diario, limpiador de vidrios y empleado en una compañía de seguros, hasta que llegó la posibilidad de dedicarse a la escritura de guiones, lo más parecido a su deseo de vivir de la literatura.
A pesar de la primera inestabilidad económica y laboral, el escritor completó trece guiones para directores como Armando Bó, Lautaro Murúa, Lucas Demare y Marcos Madanes.
“El exilio es una doble mutilación: la pérdida de un territorio y luego la pérdida de la lengua. Hoy me encuentro escribiendo una lengua que no es la mía, es la del exilio”, sostenía Roa Bastos allá por 1993, en una entrevista que daba cuenta de cómo la experiencia del desarraigo atravesó su sensibilidad literaria y definió las coordenadas de sus textos.
“Nunca me sentí exiliado en la Argentina, país en que me habría gustado nacer si el Paraguay no hubiera existido. Y Buenos Aires siempre fue para mí y lo seguirá siendo hasta el fin de mis días la ciudad más hermosa del mundo, intemporal, cosmopolita y mágica”, declaración que ahora está entre las paredes de la muestra, evocando al escritor.
La exposición se presenta en la sala María Elena Walsh de la Biblioteca e incluye una impactante fotografía que registra el momento en que el escritor abandona nuevamente la capital paraguaya. En la histórica imagen aparece retratado de espaldas, con dos bolsos voluminosos en sus manos mientras camina por una explanada de cemento que parece conducir a ninguna parte. Fue recién en 1989, con el derrocamiento de Stroessner en un golpe de Estado que Roa Bastos pudo regresar al Paraguay y se estableció allí de forma definitiva en 1996.
Como complemento a la muestra esta mañana, además, se realizó el lanzamiento de la estampilla y matasellos que conmemoran el Centenario de Augusto Roa Bastos, en el día en que se cumplen cien años del nacimiento del Premio Cervantes del Paraguay.
Para mas información, consultar la página de la Biblioteca Nacional: www.bn.gov.ar