El hambre aumenta en el mundo y América latina no es una excepción a esta tendencia. Según un nuevo un informe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en nuestra región 39,3 millones sufrieron sub alimentación en 2017, lo que representa un incremento de 400.000 personas más que en 2016.
Según la FAO, la baja en las sub alimentaciones muestra un cambio desde 2014. Y se estima que en 2017, en el planeta entero hubo 821 millones de personas subalimentadas, o sea una de cada nueve sufre la falta de alimentación.
Aunque continúan realizándose ciertos progresos en la reducción del
retraso del crecimiento, indica la FAO, los niveles siguen siendo “inaceptablemente elevados”. Casi 151 millones de niños menores de cinco años de todo el mundo, o más del 22 por ciento, estaban afectados por retraso del crecimiento en 2017.
Curiosamente (o no), la obesidad en adultos está agravándose y más de uno de cada ocho, o lo que es lo mismo más de 672 millones, son obesos. La desnutrición y el sobrepeso y la obesidad coexisten en muchos países.
La anemia en las mujeres también están aumentando a nivel mundial: una de cada tres mujeres en edad reproductiva la padece.
La sub alimentación en América latina
“En la región estamos estancados en la lucha contra el hambre. En 2014, el hambre afectaba a 38,5 millones y en 2017 superó los 39 millones. Estas cifras son un llamado fuerte y claro para redoblar los esfuerzos a todo nivel”, expresó Julio Berdegué, representante de la FAO en América latina, según consigna la agencia Reuters.
En América latina y el Caribe, la prevalencia de la subalimentación es de 6,1 por ciento.
En América del Sur, aunque aún dentro de un contexto de un nivel relativamente bajo de subalimentación, la situación se está deteriorando, ya que la prevalencia de subalimentación ha aumentado del 4,7 por ciento en 2014 a un 5 por ciento proyectado para 2017.
“Estas tendencias pueden ser el resultado de la persistencia de los precios bajos para la mayoría de los productos básicos exportados, especialmente el crudo, que han mermado los recursos financieros para la importación de alimentos, reducido la capacidad de los gobiernos para invertir en la economía y reducido en gran medida los ingresos fiscales necesarios para proteger a las personas más vulnerables del aumento de los precios internos y la pérdida de ingresos”, señaló el informe.