Holanda dará este miércoles el puntapié inicial al calendario electoral de un año clave para Europa, donde los partidos tradicionales están en declive y ascienden fuerzas euroescépticas de ultraderecha con una agenda xenofóbica, sobre todo anti islam y proteccionista.
La importancia de las elecciones holandesas radica en que un buen desempeño o un sorpresivo triunfo del candidato de extrema derecha Geert Wilders podría tener un fuerte impacto en los comicios del mes próximo en Francia y en los de septiembre en Alemania.
En estos países, que al igual que Holanda forman parte del núcleo fundador de la UE, la derecha xenófoba también ha ganado un fuerte protagonismo impulsada por la crisis de refugiados, los recientes atentados islamistas en Europa y por las victorias de Donald Trump en Estados Unidos y del Brexit en el Reino Unido.
Con una tasa de crecimiento del 2,3% y un 5,4% de desempleo, la clave de los comicios del 15 de marzo no es la economía sino la cuestión de la identidad en un país de unos 17 millones de habitantes donde en los últimos años el número de inmigrantes ha superado al de los emigrantes.
Con esta premisa de defensa de la identidad como bandera, una treintena de partidos batallará este miércoles para quedarse con alguna de las 150 bancas en juego, en unos comicios marcados por la atomización, que obligará a los principales partidos a hacer coaliciones para poder formar gobierno.
De los 31 partidos que se presentan, sólo 14 obtendrían los votos suficientes para conseguir representación parlamentaria, según los sondeos, que anticipan que el próximo gobierno necesitará una coalición de al menos cuatro o cinco partidos.
Un estudio de la televisión pública NOS, que recoge una media de seis encuestadoras, concluyó una semana atrás que el Partido Popular de la Libertad y la Democracia (VVD) del primer ministro, Mark Rutte, conseguiría 25 escaños (16,67% de los votos), uno más que el ultraderechista Partido de la Libertad (PVV), de Wilders.
(Télam)