Defensa y Justicia puso en fila a tres equipos grandes y les ganó a todos, empezando por Boca Juniors en la Bombonera, siguiendo con Racing en Florencio Varela y culminando esta noche con Independiente en Avellaneda, donde la victoria por 1 a 0 en el cierre de la 24ta. fecha de la Superliga le permitió alcanzar el décimo lugar que lo clasifica para la Sudamericana del año próximo, lo mismo que el ‘rojo’ que está sexto.
La frustración de Independiente por no poder rebasar a Huracán, quinto y último conjunto que está entrando a la Libertadores de 2019, se sumó a la derrota sufrida la semana anterior también como local ante el campeón brasileño, Corinthians, que le complicó las chances de clasificación a los octavos de final del actual certamen sudcontinental.
Por su parte el “Halcón”, aunque con peor diferencia de gol, emparejó en puntaje a River Plate, el único grande de los cuatro que enfrentó en esta seguidilla que lo pudo vencer en el sur del Gran Buenos Aires.
Es que el primer tiempo de ambos conjuntos resultó malo porque al tener en teoría estilos similares se anularon mutuamente, cuando se podía imaginar todo lo contrario: que podía salir un partido abierto y entretenido.
Sin embargo ocurrió lo contrario, ya que se dio el típico encuentro donde los protagonistas ya saben que va a hacer el rival (Ariel Holan llegó a la dirección técnica de Independiente justamente desde Defensa y Justicia), por lo que ambos equipos quedaron circunscriptos a maniobras individuales que tampoco aparecieron.
En ese rubro sobresalieron dos futbolistas por lado: Martín Benítez y Juan Sánchez Miño en el local y Tomás Pochettino junto a Horacio Tijanovich en la visita, quienes probaron a ambos arqueros, quienes respondieron siempre con seguridad.
Lo malo de Independiente fue que renunció a su esencia después de esa conquista visitante, ya que ante la adversidad apeló a centros y pelotas largas cuando es un déficit habitual su juego aéreo.
Defensa y Justicia siendo práctico para defender a partir de la astucia de su técnico, Juan Pablo Vojvoda, para leer esa situación y hacer ingresar a un zaguero de más de 1,90 metros como Alexander Barboza por un diminuto delantero como Tijanovich y clausurar así los últimos intentos de un Independiente que nunca encontró otra llave con la que abrir la puerta del empate.