La decisión del Gobierno de Israel de imponer una cuarentena nacional por el coronavirus tensó hoy la atmósfera política en el país, con disputas al interior del Ejecutivo y quejas del sector empresarial, abrumado por las consecuencias económicas de la pandemia.
El director general del Ministerio de Salud, Chezy Levy, informó hoy de 3.182 nuevos casos de coronavirus en las últimas 24 horas en Israel y dijo que el cierre, decidido ayer por el Gobierno, se mantendrá hasta que la cifra diaria de contagios baje de los 1.000.
Luego de haber superado por primera vez los 4.000 casos de la semana pasada, Israel es el segundo país del mundo que registró el mayor número de casos de coronavirus per cápita en las últimas semanas, después de Bahréin.
La cuarentena total comenzará a regir el viernes próximo e incluirá indicadores claros de cuándo la sociedad y la economía podrán volver a la normalidad, informó la agencia de noticias EFE.
Los israelíes aceptaron en mayor o menor grado el primer confinamiento de marzo-abril, que coincidió con la Pascua judía, pero esta vez son más evidentes los signos de hartazgo y la incomprensión.
Desde el viernes y en principio por tres semanas, cerrarán colegios, centros comerciales, negocios no esenciales y hostelería. Los israelíes no podrán salir a más de 500 metros de su casa y las reuniones estarán limitadas a diez personas en interior y 20 en exterior. Levy indicó que el alivio de las restricciones dependerá de una “caída significativa” de la morbilidad.
El Ministerio de Salud tiene marcado como objetivo quedarse en alrededor de 500 contagios diarios (en un país de alrededor de 9 millones de habitantes), y reconoce que “está claro que en estos momentos esto no va a ocurrir”.
El Ministerio quiere ver “comportamiento adecuado (de la población), una disminución de la morbilidad y una estabilización en el sistema hospitalario: esto sería un signo positivo para considerar salir del confinamiento”, unos criterios que se cuantificarán en los próximos días, explicó Levy al digital Times of Israel.
El ministro de Recursos Hídricos, Zeev Elkin, en tanto, que es contrario al nuevo cierre, exigió que se determine una clara “estrategia de salida”, con detalles específicos de “número de pacientes, número de pacientes graves, números de los que están conectados a respiradores” y un objetivo claro de las cifras que se tienen que alcanzar.
La economía israelí sufrió con dureza la primera ola de coronavirus, que hizo aumentar el desempleo en el país de poco más de un 3 por ciento en febrero a alrededor del 20% actual, y se teme que este segundo cierre vuelva a asestar un duro golpe.
El vicepresidente de la Asociación de Productores de Israel, Ayelet Nahmias-Verbin, subrayó que las empresas tienen pedidos del extranjero, y denunció que “el Gobierno no entiende lo que el confinamiento le está haciendo a la industria”. También dijo sospechar que “este no será el último cierre”.
Por otra parte, el presidente de la asociación de productores de High Tech, Zvi Marom, reflexionó que “el coronavirus puede estar con nosotros durante décadas”, por lo que piensa que las autoridades deben decidir “como continuar funcionando al tiempo que vivimos con el virus”.
El Ministerio de Finanzas israelí calcula que este nuevo confinamiento costará al país alrededor de 5.000 millones de euros, y el Banco de Israel ya trabaja con dos previsiones económicas, una en base al mantenimiento del nivel de la pandemia que había en agosto, y otra que prevé un escenario más grave, con nuevos confinamientos nacionales en noviembre o diciembre y en marzo-abril del próximo 2021.
(Télam)