Sus libros atrajeron a los científicos argentinos más importantes de las primeras décadas del siglo veinte. Pero, tras su cierre, los ejemplares de la Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento, ubicada en el ex Jardín Zoológico Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, permanecieron largos años en cajas, en donde algunos se deterioraron. Ahora, un grupo de especialistas en patrimonio cultural, trabaja en la recuperación de ocho mil libros de esta y publicaciones de la biblioteca, que comenzó su actividad en 1938. Se espera que el año que viene el material pueda ser nuevamente consultado en el Templo de Vesta, una construcción de 1909 ubicada en el actual Ecoparque.
“La Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento fue creada por los primeros directores del Jardín Zoológico, Eduardo Ladislao Holmberg y Clemente Onelli y es una colección en la que la ciencia y la historia tienen un papel protagónico”, dice María José Micale, del área de Patrimonio del Ecoparque y encargada de gestionar a nivel institucional el proyecto de puesta en valor de la biblioteca. “La colección que inicia Holmberg alberga uno de los repositorios temáticos más importantes de Latinoamérica”, agrega la especialista en historia del arte.
Hoy, un equipo de diez personas del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) trabaja en la recuperación de los libros, publicados a finales del siglo 19 y comienzos del 20. Los ejemplares, luego de que la biblioteca pasara al olvido tras sucesivas privatizaciones, estaban guardados en cajas en el parque y también en el Museo de la Ciudad. “Forman parte de este acervo obras de referentes científicos, nacionales y extranjeros, como Ameghino, Humboldt, Hudson, Burmeister, Azara, entre otros. Se hallan desde colecciones completas de las Academias de Ciencias, Anales de la Sociedad Científica Argentina de 1882, y la colección del Institut Oceanographique, de 1885, por nombrar algunas de las piezas bibliográficas más relevantes. Los libros hablan de la vocación naturalista de los primeros directores del parque y de su amor por las ciencias”, apunta Micale a Diario Vivo. Con la colaboración de la Dirección General de Patrimonio de la Ciudad, el material hoy es sometido a una limpieza especial.
En simultáneo a la separación de lo que las publicaciones desde el punto de vista de la bibliotecología, un grupo de técnicas de la UNSAM realiza la estabilización de los ejemplares y las revistas científicas. “Primero se hace el control del inventario, se identifica el libro y se le hace un diagnostico de su estado de conservación. En el caso de que detectemos presencia de insectos, al libro se le hace un shock térmico, o sea, se ‘freeza’, para matar tanto los insectos o a los huevos que pudiesen existir”, explica la restauradora Nora Altrudi, en diálogo con Diario Vivo.
“Después se le hace una limpieza mecánica, con pinceleta y goma rallada o una libre de PVC, hoja por hoja, para tratar de barrer todo residuo que haya quedado, sobre todo de huevos de insectos para que no se sigan reproduciendo”, añade. “En el caso de detectar hongos, se determina si están activos o inactivos, porque pueden estar inactivos, y optamos por hacer un tratamiento con agualcohol para eliminarlos”, explica Altrudi.
Aunque los papeles están ácidos, señala la especialista, el estado de conservación de los libros “es el esperable por las características de publicaciones de la época”. De acuerdo con Altrudi, “en general no presentan demasiados problemas”.
Una biblioteca en una ubicación singular
En sus inicios, la Biblioteca Sarmiento se ubicaba en el primer piso del edificio de la administración del ex Zoológico. “Fue el punto de reunión de científicos de la época, como Florentino Ameghino, Enrique Lynch Arribálzaga, Carlos Spegazzini, Enrique Kerner, Juan Ambrosetti y Guillermo Bodenbender, entre otros”, enumera Micale. “Su nombre, elegido en honor al fundador del paseo, fue establecido por decreto en 1946, bajo la dirección de Mario Perón, hermano del entonces presidente de la Nación. Si bien el 1° de septiembre de ese año fue habilitada al público, hay registros que indican que estudiantes, investigadores e historiadores la visitaban desde 1938”, detalla la historiadora.
Se espera que, a mediados del año que viene, la colección pueda ser consultada por el público -compuesto seguramente por mayoría de investigadores y de estudiantes- en el llamado Templo de Vesta, un edificio patrimonial dentro de Ecoparque que fue construido en 1909. “Funcionó en sus orígenes como sala de lactancia, un lugar donde las mujeres que visitaban el parque podían amamantar a sus bebés. Este espacio fue restaurado durante 2019 para cumplir con las condiciones necesarias para albergar las colecciones y recibir a los visitantes”, dice Micale.
Tras el trabajo de estabilización, que estiman se extenderá siete meses, se trabajará en la restauración de los libros que así lo requieran y, especialistas en bibliotecología harán la catalogación de todo el material. La última etapa será la digitalización de la biblioteca iniciada por Holmberg hace un poco más de 80 años.