El registro fotográfico y fílmico de “Cruz del Sur en la Tierra-Pacha Kutiq Crux”, una intervención de Martín Bonadeo sobre arte y espiritualidad realizada con una tonelada de tierra a 4.400 metros de altura, se expone hasta el 28 de abril en la galería porteña Praxis.
La muestra exhibe bocetos, dibujos, fotos en gran formato, videos inmersivos de 360 grados y actualizaciones de Google Maps que pueden verse con anteojos 3D de realidad virtual, y cianotipos (imágenes copiadas con un antiguo procedimiento fotográfico que conseguía copias en azul Prusia), uno de ellos realizado con rodajas de Cactus de San Pedro.
Todas esa imágenes dan cuenta de la construcción de una gigantesca Cuz del Sur al pie del nevado Contrahierba, la más pequeña de las 88 constelaciones modernas y también una de las más célebres y populares en la mitad austral del mundo.
Bonadeo y artesanos del pueblo de Yanama trazaron las estrellas con clavos e hilos en la falda del cerro, cortaron al ras el ichu (paja o pasto del altiplano andino) y distribuyeron la sal y media tonelada de llaves, recreando la cruz que rodea la constelación del Centauro. Pacha Kutiq, en quechua, significa una “profunda transformación que la humanidad experimenta en ciclos de cada 500 años”, Pacha significa mundo cósmico y también tiempo.
Kutiq, inversión o voltear. Y Crux es el nombre científico, en latín, de la constelación de la Cruz del Sur. Así lo explica a Télam Bonadeo (Buenos Aires, 1975), licenciado en publicidad y doctor en comunicación social responsable de la obra que realizó junto al curador Gustavo Buntinx y, desde Perú, con Israel Miguel Tolentino Cotrina, Angelo Colombo, Simone Rota, Jonás Vergaray e Ivan y Giaccomo Thibaud.
La intervención se realizó en el invierno de 2017 en medio de los Andes peruanos: “Representaba una pista de despegue para el alma, donde tenías que dejar tus posesiones materiales”.
Por eso se utilizaron 500 kilos de llaves, “me parecieron el summun de la ridiculez de la propiedad privada. Tienen que ver con San Pedro, que a su vez viene del Anubis egipcio, que tenía su balsa y sus llaves para pasar a los vivos al mundo de los muertos”, señala.
La tonelada de sal la subieron en 100 bolsas de 10 kilos que dieron vida a la intervención durante tres meses, luego se desintegró: “Sudor, silencio, belleza y pérdida -recita Bonadeo-, para que algo valga la pena. Siempre quise que la intervención fuera efímera”.
A su entender, “cada vez menos artistas persiguen una idea espiritual en el arte, que durante mucho tiempo ocupó el lugar de representar dioses, de puente o ligazón entre cielo y tierra”.
Pero, “hoy eso es muy difícil de lograr en las ciudades contemporáneas, donde no tenemos contacto con el cielo, velado por la luz eléctrica, ni con el suelo, tapado por el cemento”, dice.
Sin embargo, “si vas arriba de la montaña el cielo tiene millones de estrellas. Elegí a la Cruz del sur porque es la constelación que adoraban los pueblos originarios peruanos, y es símbolo, a su vez, con que los engañaron los españoles, que llevaban una cruz cristiana colgada de sus cuellos”.
“Los engañaron, además, porque la conquista ocurrió cuando esas culturas esperaban el Pacha Kutiq Crux, ese cambio de la lógica del mundo que para ellos se da cada 500 años y que ahora volvería a darse”, señala el artista.
La intervención que hasta fines de abril se expone en Arenales 1311 es una de las 11 piezas que forman el proyecto artístico y filosófico mayor, “Pacha Kutiq Wanka”, que comenzó de la mano de Buntinx hace seis años.
Las 12 obras que lo integran fueron realizadas por artesanos del taller Don Bosco que tiene en los andes peruanos la organización no gubernamental Operación Matto Grosso, la cual trabaja para reforzar la auto sustentabilidad en comunidades de bajos recursos.
“Una de las principales motivaciones era realizar obra fuera del circuito tradicional del arte contemporáneo para religar los conceptos de cielo y tierra. De hecho el término quechua Wanka, que forma parte del nombre del proyecto completo, refiere a una piedra que se clava para fecundar la tierra y unirla con el cielo”, agregó Bonadeo.
El título “rescata en el quechua a un lenguaje arcaico de la zona que llegó hasta nuestros días y usa el latín en referencia a la estructuración cielo-purgatorio-infierno de las religiones occidentales”, indica el artista.
“En la ‘Divina comedia’ de Dante Alighieri encontré un planteo muy interesante sobre esa idea: al cielo se accede por cuatro luces santas que se encuentran las antípodas del Monte de Jerusalén. Ese punto está en el medio del Océano Pacífico y podría ser Perú”, aseguró, enumerando algunas cuestiones que le dieron vida a la intervención.
El proyecto completo será exhibido en el Museo Nacional de Chavín, Perú, el 30 de agosto; e incluye la edición de un libro con fotos, bocetos, testimonios y textos anexos donde antropólogos, músicos, sacerdotes y chamanes debaten la búsqueda filosófica que lo motivó y profundizan en la concepción de vida como vibración, vida y conciencia o filosofía como indisoluble del arte y la religión.
La intervención puede verse, con entrada gratuita, de lunes a viernes de 10.30 a 19.30 y los sábados de 10.30 a 14 Praxis, ubicada en Arenales 1311.
(Télam)