La experiencia ante todo

Una propuesta que acerca a los más chicos a la música sinfónica

Con dirección de Andrea Merenzon, la propuesta invita a los más chicos a ser parte activa del contacto con instrumentos musicales, en el contexto del teatro Colon, que invita por su mística a involucrarse de manera más directa con cada ejemplar.

La actividad cuenta con un programa que describe la “Familia de la música” detallando cuales son los instrumentos que componen una orquesta de manera simple y didáctica, agrupándolos en familias: Cuerdas, Percutidas, Vientos y la forma de ejecutarlos: Entrecruzar, soplar, sacudir, golpear. También hay una carilla dedicada al “Doctor de la música” en la que se describe el trabajo del Luthier, al que acuden los músicos cuando los instrumentos se rompen.

 

 

 

La actividad inicia con un recorrido dirigido por Merenzon, al grito de: “Tripulación… ¡preparada!” con batuta luminosa en mano para dar comienzo al viaje musical. Esa tripulación está compuesta por unos treinta jóvenes músicos que guían a los visitantes por las diferentes “estaciones” de “la familia de la música”: Las cuerdas (frotadas con un arco, pulsadas o pellizcadas, percutidas); los vientos (con lengüeta o caña, con boquillas metálicas cónicas, de sopo directo), la percusión (entrechocar, sacudir, golpear, percutir…). Y también está la de los “doctores de la música”: allí un luthier muestra cómo se construye un violín, cómo se puede reparar, cuáles son sus piezas (la voluta, el clavijero, el puente, las costillas, ¡el alma!). Cada visitante puede armar su viaje como mejor le guste, y entre los trayectos aparecen personajes de época que dan idea del momento en que se crearon muchas de las obras que ejecuta una orquesta sinfónica.

La directora Andrea Merenzon, creadora de espacios como el “Encuentro Internacional de Orquestas Juveniles” y el “Festival de Iguazú” en plena selva misionera, ya había probado esta idea de “mirar y tocar” con el “Musicatorio”, un laboratorio musical interactivo,  con la premisa de que “sin conocimiento, no hay libertad de elección”. Con 4 funciones por día, aseguró que esta actividad musical que presenta el Colón tendrá un gran impacto entre quienes asistan: “Estoy totalmente convencida de que esta experiencia será un antes y un después”.

 

 

Desde estas experiencias y premisas es que Merenzon pensó esta propuesta, que abre la posibilidad a los chicos de conocer cada instrumento, tocarlo, sentir la vibración al producir el sonido,  es decir, que el chico se encuentre en primera persona con la experiencia de ejecución que quizá en algún caso derive en un encuentro y desarrollo sobre el mismo, o en una afición musical. Sobre ese proceso de selección Merenzòn explica: “Creo que quienes eligen un instrumento muchas veces lo hacen a ciegas, sin el conocimiento suficiente, porque que no conocen aquellos que está descartando en su elección. Para que esta elección sea consciente y libre deberían conocer la mayoría y decidir con cuál quedarse”, asegura. Lo dice por experiencia: es fagotista desde hace más de treinta años de la Filarmónica del Colón, según contó a inicio del “viaje”. “Y probé un violín recién a los 30, un chelo a los 24, nunca toque un timbal, un arpa, un trombón, una tuba y muchos instrumentos de percusión sinfónica. No existe la posibilidad de hacerlo, ni siquiera entre los músicos profesionales… porque es muy difícil pedirle a un colega te preste su instrumento para satisfacer una curiosidad”.

Durante el recorrido de una media hora, los músicos invitan a chicos y grandes a que prueben todos los instrumentos, y les van enseñando una nota, las cuerdas, las formas de ejecución de los instrumentos. Van asignando instrumentos a cada integrante del recorrido, y una nota a tocar que luego “se llevaran” a lo que será posteriormente el recital que ejecutarán de conjunto con el resto de los integrantes.  Una vez acceden a una de las pistas del teatro, se les explica la importancia de sentarse, de esperar, de la vestimenta especifica de las orquestas, el poder seguir las indicaciones de la directora, de escuchar a los compañeros, saber hacer silencio, saludar y agradecer los aplausos del público. Y así terminan tocando sobre una pista del famoso Can Can de Offenbach. Los chicos asì, se convirtieron en músicos de una orquesta sinfónica.

 

Para consultar horarios y programa, dirigirse a la web: www.teatrocolon.org.ar/es/2017/colon-en-familia/viaje-al-centro-de-la-musica