La justicia francesa debe decidir a partir de este martes sobre la pertenencia de un cuadro de Camille Pissarro que los nazis robaron a una familia judía en los años 1940 y que ahora se encuentra en manos de un museo de Oklahoma (EEUU), que se niega a entregarlo.
Esta debería ser la última batalla de Léone-Noëlle Meyer, de 81 años, que pide a la Justicia de su país que la proclame propietaria legítima de “La Bergère rentrant des moutons” (Pastora reagrupando a las ovejas), pintado por el impresionista en 1886, y que hasta 1941 era propiedad de su padre adoptivo, Raoul Meyer.
El cuadro, estimado en 1,5 millones de euros (1,8 millones de dólares), está expuesto provisionalmente desde 2017 y hasta el próximo 21 de julio en el Museo parisino de Orsay.
“Esperamos que el tribunal francés juzgue que la señora Meyer es la única propietaria legítima”, afirma su abogado, Ron Soffer, en declaraciones a EFE.
Meyer perdió a sus padres y hermanos en el campo de concentración de Auschwitz y fue adoptada por Raoul Meyer en un orfanato cuando tenía siete años.
En 1951, su padre adoptivo encontró en Suiza la obra de Pissarro que le habían robado, pero la Justicia suiza consideró que el delito había prescrito.
La pintura acabó en manos de un coleccionista privado estadounidense que en el año 2000 la donó al museo de arte de la Universidad de Fred Jones Junior de Oklahoma, pese a que ésta se encontraba en una lista de bienes expoliados en Francia.
Cuando la señora Meyer lo localizó en 2013, el museo se negó a devolverlo y le propuso en 2016 un acuerdo que estipulaba que la obra rotaría cada tres años entre Oklahoma y el museo al que ella diera el permiso de exponer, siempre que la institución estadounidense validara la elección.
Un pacto que la mujer aceptó, según ella misma ha contado en la prensa, por temor a que la justicia estadounidense considerara también que el delito había prescrito y perderlo para siempre. “A partir del momento en el que la señora Meyer gane la causa y obtenga el cuadro sin condiciones, está determinada a donarlo al Museo de Orsay como propietario definitivo”, explica Soffer.
Hasta ahora, el museo de arte impresionista parisino, uno de los principales del país, ha rechazado participar en la rotación porque el acuerdo legal que pesa sobre la obra les obligaría a organizar un envío cada tres años “hasta el fin de los tiempos”. Una donación “con condiciones” contraria a sus estatutos. Pero el Orsay sí aceptaría un ofrecimiento definitivo.
A cambio, Meyer pide que la pintura se exponga con un panel en memoria de su padre adoptivo en el que se explique que la obra fue robada en el marco del expolio de la ocupación nazi.
El contrato actual impone que si ella no lo dona a un museo, cuando muera será propiedad del departamento de Estado de Estados Unidos. La mujer, que denuncia las condiciones abusivas del acuerdo, asegura haber tratado de negociar otra salida sin éxito hasta la fecha.
Su esperanza ahora es que el tribunal judicial de París aplique el decreto de 1945 según el cual todo propietario de una obra expoliada por los nazis es un propietario “de mala fe”, en este caso, el museo de Oklahoma, lo que haría nulo el contrato actual.
Por su parte, el museo estadounidense reclama una multa de 3,5 millones de dólares (2,9 millones de euros) contra Meyer por no haber devuelto el cuadro impresionista.
Se espera que la decisión de la justicia francesa, que ha pedido que haya una mediación entre las partes, se conozca en “un par de semanas”.
(EFE)