La luz en la oscuridad

Ayer concluyó la última de las dos presentaciones de la mítica cantante y escritora punk, Patti Smith, con un cierre que dejó al CCK de pie

Patti Smith hizo anoche que el público que colmó la Sala Sinfónica del  Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK) y quienes siguieron el concierto en la pantalla gigante, montada en la explanada del complejo que da a la calle Sarmiento, cayeran rendidos a sus pies, a partir de un vibrante alegato musical, armado a partir de la sensibilidad, la sabiduría, el activismo político, el amor por las letras y el espíritu punk de esta artista estadounidense.

Así como lo había logrado en su contacto con la prensa local y en el encuentro de ayer, en el mismo lugar, la llamada “poetisa del punk” puso en notas musicales e inteligentes textos sus diversas inquietudes, entre las que destacan su fe en la juventud, sus alegatos a favor de la libertad individual, su pasión por la literatura y su homenaje a los seres queridos que ya no están, entre otras temáticas.

 

Foto: Gustavo Gavotti

 

De esta manera, a lo largo de una hora y media, en la que regaló una docena de canciones propias y ajenas, Patti Smith se mostró como una terrenal chamana que insufló ánimos libertarios e invitó a la catarsis colectiva al eufórico público que le rindió pleitesía.

Incluso, aunque en general hizo gala de la sabiduría adquirida a los largo de los años, la creadora de “Because the night” y “Horses” pareció por momentos hacer un viaje corporal a los ´70, sobre todo en los últimos temas del concierto, cuando el frenesí de antaño pareció reaparecer a partir de distintos gestos en escena.

Acompañada por Tony Shanahan, miembro de su banda habitual desde la década
del `90, quien ofició de leal lugarteniente capaz de alternar guitarra, piano, bajo y sumar sutiles coros; y un combo local conformado por el guitarrista Jimmy Rip, el cellista Patricio Villarejo y el organista Matías Sagreras, la artista alcanzó sublimes momentos interpretativos, capaces de transmitir diversos estados del alma.

Y aunque Patti Smith haya sido la gran responsable de esto, vale reconocer el mérito de Shanahan, quien se puso al servicio de las canciones sin necesidad de sobresalir a nivel personal; las precisas intervenciones de Rip, con sus notables fraseos bluseados y el vibrato de su toque; la delicadeza de Villarejo y los sutiles climas de Sagreras, a quien por momentos, lamentablemente, no se lo pudo escuchar bien por deficiencias en el volumen dado a su instrumento.

 

 

El inicio del show fue en plan acústico, sólo con la básica guitarra de Shanahan, que se fusionó como si de un solo instrumento se tratara con la expresiva voz de Patti en “Wing”; apenas un aperitivo de las tantas emociones que la artista tenía reservadas para esta noche.

“Hola a todos. Estoy muy feliz de estar con ustedes esta noche”, saludó parada detrás de un atril adornado con el pañuelo verde que simboliza el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito, una cuestión a la que la “poetisa del punk” le puso el cuerpo en esta visita al país.

Acto seguido, iba a llegar su declaración de amor al mundo de la poesía al recordar con “My blakean years” al poeta William Blake, de quien remarcó que en vida no conoció las mieles del éxito y murió pobre, pero igual “siguió luchando” hasta que “finalmente alcanzó la inmortalidad”.

Para “Dancing barefoot” se sumó Jimmy Rip, histórico guitarrista y productor de Mick Jagger, e integrante de Television, radicado hace alrededor de 8 años en nuestro país; quien desgranó los primeros sonidos eléctricos de la noche.

Un alegato a favor del medio ambiente y la invitación sobre el final a la catarsis, pidiendo al público que “sacudan todo hacia fuera”, aparecieron con “Ghost dance”, una canción del tecladista Lenny Kaye, que habla del flagelo de la deforestación.

 

 

La emotividad fue in crescendo a partir de ese momento con “For what it´s
world”, un cover de Buffalo Springfield al que interpretó por primera vez, a modo de “práctica” para un concierto que ofrecerá en los próximos días en Nueva York, en homenaje a los jóvenes estudiantes muertos en un tiroteo en
Florida, según contó al presentarla.

“Dios bendiga a los jóvenes, Dios bendiga a los estudiantes”, clamó Patti Smith al destacar, como ya lo había hecho en los días anteriores, la importancia de la acción de los jóvenes en su lucha por el control de la venta de armas en su país, ante la inoperancia de la clase política.

“Until the end of the world” alcanzó otro pico emotivo a partir de su dedicatoria especial a su marido, el fallecido guitarrista Fred “Sonic” Smith, con quien hoy cumpliría aniversario de bodas, de acuerdo a su relato; el cual se extendió con “Beneath the southern cross”, en donde sobre el final tomó el pañuelo verde, se lo enroscó en su puño y clamó a los presentes que “sean fuertes, sean libres”.

El preciosismo alcanzó otro clímax con las famosas “A hard rain´s a-gonna fall”, de Bob Dylan, la composición que entonó en la ceremonia de los Premios Nobel que consagró al genial artista estadounidense; y con “Perfect day”, de Lou Reed, con el que intentó graficar lo bien que la había pasado en Buenos Aires y la comunión alcanzada con los músicos locales, con quienes nunca había tocado antes, a partir del universal lenguaje del arte.

La despedida comenzó a tomar forma con “Pissing in a river” y su composición más famosa “Because the night”, otra vez dedicada a Fred Smith, pero en esta ocasión recordando su estatus de “novio”, tal como lo era al momento de su creación.

Con la audiencia totalmente entregada a sus encantos, Patti Smith cerró con un fuerte alegato político a partir de “People have the power”, el marco ideal para una audiencia que, antes de iniciado el show, había manifestado su descontento hacia el gobierno actual y que encontró en esos versos atemporales una forma mucho más poética de canalizar su bronca.

 

(Con información de Télam)