El director polaco Micha Znaniecki tendrá a cargo la puesta de “El casamiento”, de su coterráneo Witold Gombrowicz, que con un elenco encabezado por Luis Ziembrowski, Roberto Carnaghi, Laura Novoa, Nacho Gadano y Federico Liss subirá a escena en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, Corrientes 1530, de miércoles a sábados a las 20, a partir del 17 de marzo.
Znaniecki nació en Varsovia, estudió en la Academia de Arte Dramático de esa ciudad y en la Universidad de Bolonia y se licenció en en Milán; fue director artístico de la Ópera Nacional de Varsovia y general de la de Poznan, así como director artístico del Festival Ópera Tigre, en la provincia de Buenos Aires.
Dirigió obras teatrales, comedias musicales y ópera en Argentina, España, Polonia, Uruguay, Italia, Israel, Hungría y recibió entre otros premios el Lírico del Teatro Campoamor, en España y el Ministerio de Cultura de su país le concedió la Medalla de Plata Gloria Artis.
“Lo que me llamó la atención al llegar a la Argentina es que Witold Gombrowicz está vivo -aseguró Znaniecki- porque en Polonia es discutido, estuvo prohibido durante el período comunista, también está perdiendo actualidad. Nadie habla de él si no fuera por la salida hace dos o tres años de ‘Cronos’, el diario que escondió su viuda por 40 años.”
Compartimos la entrevista realizada por Télam al director polaco:
¿A qué atribuye la vigencia argentina de Gombrowicz?
Micha Znaniecki: Cuando vine aquí como turista a ver la casita donde vivía sentí que la suya era una presencia muy actual, que la gente de verdad lo conocía y me hablaba de “otro” Gombrowicz, algo muy distinto de lo que conocemos en Polonia, ya que vivió allí hasta 1939 y luego desapareció. Si tú no conoces cómo es la gente en la Argentina no se entendía bien esa pasión por ese autor, la “onda” de un polaco que aquí se sentía en su casa.
¿Cómo llega a montar “El casamiento”?
Desde que empecé a trabajar en la Argentina hace diez años pensé en “El casamiento”, y decidí recuperar un poco mi sueño; cuando fui asistente de Iorgio Strelher en el Piccolo Teatro di Milano, mi examen era con textos de Gombrowicz. Para un chico de veinte años, un polaco emigrante como yo, que dejé mi país como lo había dejado él, para instalarme en Italia, lo tenía como algo muy importante, y cuando encontré el lugar donde hay gente que lo escucha de nuevo, que está interesada en una figura tan importante como Gombrowicz, me dije: éste es el lugar.
Además de compartir el origen, ¿qué otra cosa lo une a él?
Para un polaco es interesante que Gombrowicz guste tanto, porque él veía todo con una distancia de ironía; observaba la vida de Buenos Aires con la lupa de un polaco, de un huésped que viene de otra cultura, porque si bien pensaba quedarse poco tiempo, lo entrampó la guerra y después ni siquiera quería irse al haber entrado en diálogo con la sensibilidad argentina.
¿Qué influencias reconoce en su tarea?
Yo viajé mucho como turista y trabajé como director de escena en más de 20 países, pero en el único país donde yo me siento tolerado y aceptado como artista y como ser humano es la Argentina, donde también puedes dialogar, usar tus valores como emigrado, tus experiencia teatrales. Trabajé con Tadeusz Kantor, conocí el teatro de Jerzy Grotowky, que son cosas internacionales ahora pero lo puedo incorporar. Aquí puedo hablar hasta con mi peluquero, que sabe quiénes son Grotowky o Kantor, y eso no pasa en todos los países del mundo. cuando voy a trabajar a Italia, España o Israel quiero siempre volver a la Argentina, porque de nuevo tengo el público que me espera en la calle y me hace preguntas importantes sobre el espectáculo, tengo periodistas que tienen tiempo de pensar y de escribir en consecuencia, analizar mi trabajo y eso no pasa en ningún país del mundo,
donde no tienen ninguna voluntad de pensar o analizar.
Va a trabajar en la misma sala en que Kantor presentó “Wielopole, Wielopole” y “Que revienten los artistas” a fines de los ‘80.
De algún modo “El casamiento” recupera toda la historia de esta sala, donde trabajó Kantor, ya que toda la primera parte es “kantoriana”, ya que Gombrowicz mira el teatro como Kantor, y la primera escena es casi una copia de “La clase muerta”. Yo soy de otra generación pero igual de polaco, criado con Gombrowicz como autor y Kantor como su modo de hacer teatro.
¿Cómo es su trabajo con los actores?
La experiencia con el elenco es formidable. Luis Ziembrowky está creando su puesta con “sus” actores, es un actor muy kantoriano; tuve la suerte de poder elegir a través de audiciones a intérpretes que no conocía bien; conocía a Luis y a Laura Novoa de sus apariciones en la televisión, pero me encontré con Roberto) Carnaghi, que es un monstruo de la escena y con el que trabajamos muy bien. Es muy fuerte descubrir que el texto de Gombrowicz no tiene una forma teatral pasada, una vanguardia que ahora ya no tiene más sentido porque estableció fundamentos del teatro pero luego hemos visto cosas más interesantes; pero indagar en las formas y descubrir juntos la actualidad de Gombrowicz es muy importante para Luis, porque dice “estoy en el escenario y tengo que crear algo que no tiene conexión con el mundo de hoy y me enfrento con algo que es híper actual”. Y eso es una sorpresa para todos, porque hemos encontrado simbologías que son muy actuales y toda su filosofía funciona bien.
¿Por qué el primer acto es “kantoriano” y el resto difiere?
Hemos trabajado distintas formas de teatro, en la medida que pasamos de Kantor al tercer acto, que lo hacemos en “versión Timbre 4”, un modo de actuar muy naturalista, escapándonos un poco del Gombrowicz más formal y pasando por formas que el público pudo ver aquí en el San Martín, en espectáculos internacionales donde se usan cosas como cámaras que transmiten en directo; hemos hecho un recorrido de todas las modas
teatrales desde los años 60 hasta hoy.
(Con información de Télam)