El paso del tiempo, las características del clima y a veces las condiciones en las que se guardan las obras de arte a veces atentan contra las mismas creaciones. Algo de esto es lo que sucedió con la pieza de Salvador Dalí “La cruz del ángel” (1960), que ahora está sujeta a trabajos para lograr su supervivencia frente a un ataque en simultáneo de humedad y de una bacteria.
Según dio a conocer la Fundación Dalí, en España, la obra se degradó “por un incremento puntual de la humedad relativa y un posible ataque bacteriano”, motivos suficientes para iniciar un trabajo “interdisciplinario” que, después de seis meses de tareas, ya logró reducir la humedad relativa dentro de un recipiente sellado. Además, aplicaron vapores de amoníaco para frenar la posible presencia de bacterias. Una muestra ya fue enviada a laboratorio de Corea para identificar al microorganismo detrás de la degradación de la obra.
La pieza permanecía expuesta en el espacio Dalí·Joyas del Teatro-Museo Dalí de Figueres, en Girona, hasta que, en una inspección rutinaria, los conservadores-restauradores observaron que un fragmento de la base de la obra se había desprendido. El problema, según la Fundación, estaba en que la pirita-marcasita que contiene la joya reacciona ante la presencia de humedad oxidándose y generando sulfatos, lo que que ha provocado la disgregación de una parte de pieza. Ahora, agregaron, sólo queda esperar los resultados de la secuenciación de ADN para saber si hay presencia de bacterias e identificarla, para saber qué más se puede hacer.
“La cruz del ángel” tiene una mezcla de oro, ámbar líquido, diamantes, platino, coral, topacio, citrino y lapislázuli, entre otros materiales. para Dalí una representación simbólica de la perfección. En sus propias palabras, “El mismo cubo que inmoviliza la estructura de la Cruz de coral se basa en el número 12”, un número que para Dalí y para muchas personas, representa la perfección.