El fuego se había extinguido hacía pocas horas cuando el mundo escuchó y leyó en medios de todo el mundo que la catedral de Notre Dame sería reconstruida y dejada casi como nueva a partir de la donación de particulares e instituciones de todo el mundo.
Las primeras promesas en aquellas horas de ataques de solidaridad llevaron a estimar que las donaciones alcanzarían los 580 millones de euros. Sin embargo, a dos meses el impresionante incendio, a la caja de ahorro destinada a recibir los fondos solo 80 millones, el 9 por ciento del monto promocionado, informó France Info.
“Puede que haya gente que promete donar y que luego no lo hace, pero las donaciones van a ser entregadas progresivamente, en función del avance de los trabajos”, explicó el ministro de Cultura francés, a Franck Riester, a la cadena France 2.
Entre quienes todavía no hicieron la transferencia se encuentra el grupo Kering, un imperio de la moda con firmas como Gucci, Saint Laurent y Balenciaga, que prometió una donación de 100 millones de euros, o el grupo LVMH (con marcas de lujo como Chandon, Dom Pérignon, Christian Dior, Kenzo, entre muchas otras), que había dicho que aportaría 200 millones de euros.
“Se está trabajando en el marco legal entre los grandes donantes y las cuatro instituciones elegidas para esta gran colecta nacional”, dijo Riester, ante la falta de ingresos prometidos. Pese a esta llamativa demora, el funcionario dijo que esta “ola de generosidad debe continuar”.
El vocero de la catedral de Notre Dame, en tanto, confía en la palabra de los solidarios donantes: “No nos cabe duda de que las grandes familias van a dar ese dinero que han anunciado, pero hay que entender también que, para que esos fondos sean desbloqueados, tiene que aprobarse y crearse el marco que está en discusión en la Asamblea Nacional y, una vez creado, podremos pedir el dinero”, afirmó André Finot.
Mientras esperan que las donaciones se conviertan en efectivo, este sábado el templo gótico parisino tendrá su primera misa después del incendio, en la que los fieles deberán usar casco debido a que el estado del edificio es todavía “frágil”. “No estamos seguros aún de que el edificio va a poder mantenerse en pie tal como está mucho tiempo más”, dijo Finot, para tranquilidad de los asistentes a la ceremonia religiosa.