En el día de ayer Ana Frank cumpliría 90 años. Una de las tantas víctimas de la Segunda Guerra Mundial, cuya historia se hiciera conocida gracias a la publicación del Diario con las vivencias de la pequeña.
En el día de ayer, Ryan Cooper donó al Museo del Holocausto de Washington una parte muy especial de su colección personal de cartas. Las más de ochenta misivas donadas por Cooper adquieren una importancia histórica singular debido a que en ellas se estableció una comunicación entre Cooper y Otto Frank, el padre de la recordada pequeña escritora Ana Frank, único superviviente de la familia.
La trágica historia de Ana Frank es tan sólo una de las páginas que componen el libro de uno de los períodos más oscuros de la humanidad. Encerrada en “un anexo secreto“, como la adolescente lo describió, Ana Frank mataría el tiempo escribiendo en su diario. Serían sus memorias el legado que Ana, a través de su padre Otto Frank, le dejaría a la humanidad para el resto de la posteridad.
Tras pasar dos años escondida la familia Frank fue descubierta por la Gestapo y enviada al campo de concentración Westerbork, al norte de los Países Bajos. El destino final de la familia sería el mismísimo infierno: Auschwitz.
Otto Frank, el único superviviente de la familia, tras finalizar la guerra hizo suya una cruzada contra las atrocidades cometidas por el régimen nazi. El padre de Ana Frank luchó hasta su último aliento -fallecería a la edad de 90 años a principios de los años 80- porque el mundo conociera -y no olvidara- las atrocidades que tuvo que vivir su familia y el pueblo judío.
Durante los años setenta, Otto Frank comenzó a cartearse con Ryan Cooper, quien por entonces era apenas un joven de veinte años. Con el tiempo, y pese a la diferencia de edad, se hicieron entrañables amigos. “Nos conocimos en 1973, después de escribirle unos meses antes”, recuerda Cooper. “Experimentamos muchas cosas interesantes. Por ejemplo, me dejó ver el diario original de Ana“, cuenta el estadounidense.
“Su objetivo era enseñar sobre el Holocausto —explica Cooper sobre Otto Frank—, aunque no tanto sobre el Holocausto como sobre la tolerancia y la Humanidad. Ponía sus esperanzas en la gente joven. Y se inspiró en las cartas que había recibido, la mayoría de jóvenes“.
Las más de ochenta cartas donadas por Cooper al Museo del Holocausto de Washington serán digitalizadas por la institución y pronto podrán accederse vía online.
“Quiero recordarle su ardiente deseo de ‘trabajar para la humanidad’ en caso de que ella sobreviva”, escribía Otto Frank en una de sus cartas. “Puedo ver en su carta que usted es una persona inteligente y que tiene su propia personalidad. críticas, por lo que solo puedo esperar que Anne te inspire para encontrar una perspectiva positiva de la vida“.