“Meses de cortejo, reuniones clandestinas, grandes promesas y la disposición a correr riesgos”. ¿Es esta una frase de un thriller de espías? No, pero casi: según Variety, esto es lo que Christopher Nolan requirió a Universal para desertar las filas de Warner Bros. e incorporarse a la escudería de la major.
A pesar del fracaso económico de Tenet, o al menos al decepcionante desempeño en comparación con lo esperado, el nombre de Nolan sigue arrastrando al público. De ahí que las estrategias para hacerle abandonar su estudio de siempre hayan requerido una dura negociación, la cual se saldará con el rodaje de su película sobre Robert Oppenheimer y la creación de la primera bomba atómica, en una nueva aproximación del director a la Segunda Guerra Mundial después de la aclamada Dunkerque.
Según Variety, el primer detonante para este cambio de bandos habría sido el antagonismo entre Nolan y Warner a cuenta de la política de estrenos del estudio. El director inglés no ocultó su disgusto cuando su antiguo estudio anunció que lanzaría simultáneamente sus películas en cines y en la plataforma HBO Max.
“Algunos de los mejores directores y de las mayores estrellas se fueron a la cama pensando que trabajaban para el mejor estudio de cine, y se despertaron trabajando para el peor servicio de streaming”, ironizó Nolan en diciembre del año pasado. La carta abierta en la que el cineasta lanzó este puñal podría haber sido, vista la situación actual, su forma de comunicar al resto de los estudios que estaba dispuesto a analizar ofertas.
Ahora bien: consciente de su poder, Nolan habría respondido a dichas ofertas con una severa lista de requisitos. El primero de ellos habría sido un presupuesto de 100 millones de dólares para su próximo film, que precisará de numerosos efectos digitales y largos meses de rodaje: si bien la película llegará al estudio en 2022, su estreno no está previsto hasta el último trimestre de 2023, como pronto.
Asimismo, Nolan habría exigido una ventana de exhibición de entre 90 y 120 días, durante la cual esa película aún sin título solo podrá verse en cines.
De esta manera, la cinta no solo evitará pasar al VOD una vez transcurridos 45 días, un plazo que va camino de convertirse en estándar tras la pandemia. Además, también estará exenta del acuerdo entre Universal y las cadenas de cines AMC y Regal. Según dicho pacto, el estudio puede llevarse sus películas al mercado doméstico entre 17 y 30 días después de su lanzamiento en pantalla grande, dependiendo de cuáles sean sus ingresos en taquilla.
A esto también habría que sumar cláusulas ya presentes en el acuerdo de Nolan con Warner. La primera de ellas, el derecho al blackout tras el estreno de sus películas: una condición que impedirá a Universal lanzar ningún otro título hasta tres semanas después de que la nueva producción del director de Interstellar llegue a las carteleras.
Nolan también podría gozar de otros privilegios reservados a las grandes estrellas, como el “first dollar gross”. Es decir, el derecho a llevarse porcentajes de la recaudación en bruto de la cinta desde el día del estreno, sin esperar a que el estudio comience a recibir beneficios.
Por último, el cineasta se ha reservado el Santo Grial de los directores en Hollywood: ese derecho al montaje final que evita que la película llegue a los cines alterada según el gusto de los ejecutivos.
Además de Universal, Paramount, Sony y MGM también se habrían reunido con Nolan. Fiel a su reputación de secretismo, el cineasta se habría reunido con sus pretendientes en su casa, y en el más estricto secreto, permitiéndoles leer el guion de su nuevo proyecto únicamente en la intimidad de su oficina.
Sin embargo, esta operación está marcada por un condicional muy severo: algunos de los estudios que se reunieron con Nolan rechazaron sus condiciones al estimar que su nuevo proyecto es muy caro y muy poco comercial. ¿Acabará Universal arrepintiéndose de su decisión? ¿O será un nuevo éxito del responsable de El Origen o de la trilogía de Batman: El caballero de la noche?