En La última cena de Leonardo da Vinci nadie está sentado a la mesa y de Jesús no hay rastros. En Las Meninas, de Velázquez, no hay Meninas y en el Nacimiento de Venus, de Boticelli, solo ha quedado la almeja y el paisaje. Así son las obras de la serie Espacios ocultos, del fotógrafo y pintor español José Manuel Ballester (Madrid, 1960) que, por estas horas, adquirieron un nuevo significado a partir de las medidas de cuarentena y aislamiento tomadas en muchos países del mundo para prevenir la expansión del nuevo coronavirus.
Las intervenciones de Ballester se dieron en pinturas clásicas, como El jardín de las delicias, de El Bosco o La Balsa de la Medusa, Théodore Géricault. También, en El arte de la pintura, de Johannes Vermeer y El 3 de mayo en Madrid, de Francisco de Goya, entre muchas otras obras que ningún manual de historia del arte dejaría afuera.
En las intervenciones, todos los personajes de estas pinturas han sido eliminados y, a partir de la mano de Ballester, solo pueden verse los paisajes o espacios arquitectónicos de las obras. Según el artista, la idea pasa por hacer a un lado el homocentrismo propio del Renacimiento, para apreciar de otra forma las creaciones de los autores.
Sin embargo, con las medidas tomadas por los gobiernos en Europa y América, las intervenciones de Ballester ahora se asocian a la consigna viral #YoMeQuedoEnCasa. De esta forma, hasta las figuras de las obras de arte más trascendentes de la historia también se suman a la prevención del COVID19.
El Prado ha cerrado sus puertas por la crisis del Covid-19 y se pide a los madrileños que trabajen desde casa a ser posible. He aquí lo que tiene de visionaria la obra de José Manuel Ballester en la que vació de personas algunos cuadros emblemáticos de la pinacoteca. pic.twitter.com/TSK0ybZ4R6
— Manuel Cuéllar (@Manuelcuellar) March 12, 2020