“Liminal” inaugura mañana a las 19 y se podrá visitar hasta el 27 de octubre, en el museo de Avenida Figueroa Alcorta 3415, de jueves a lunes de 12 a 20 y los miércoles de 12 a 21 (martes cerrado).
En la explanada, muy cerca del letrero inmobiliario, se encuentra la instalación “Invisible Billboard”, un site specific con una escalera que conduce a una precaria construcción que parece flotar en el aire, hecha de cemento, ladrillo a la vista y algunos tachos de pintura acumulados, una suerte de advertencia al visitante de que, una vez dentro de la muestra, nada es lo que parece.
Sin dudas la estrella de esta veintena de instalaciones es “La pileta”, que Erlich presentó por primera vez en la Bienal de Venecia de 2001 y que invita a “nadar” en una piscina real sin mojarse.
El truco (o el spoiler) es que la pileta está vacía por dentro pero desde la superficie se puede ver una fina capa de un centímetro que incluye agua en cadente movimiento. Mientras tanto, una puerta secreta por el costado, bajando una escalera, permite ingresar a la misma.
“Liminal” -título que remite a estar literalmente en un umbral- reúne obras producidas desde 1996 hasta la actualidad, siempre con el sello de este artista internacional que construye paradojas visuales en base a elementos de la arquitectura cotidiana, como cuando le quitó la punta al Obelisco porteño en 2015, o cuando creó la réplica de una casa victoriana donde los visitantes parecían colgar de las ventanas de manera abismal.
Algunas de sus obras, desplegadas en el Malba, invitan a pasear por una vereda subterránea, a espiar detrás de una mirilla para encontrar un largo pasillo con elevadores, a verse reflejado a uno mismo en un aula de escuela pero nunca poder ingresar a ese espacio, o a ingresar a un salón de belleza de espejos infinitos, cuyo reflejo es el de alguien más, otro visitante.
Entrada general: $200. Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: $100.
(Fuente Telam)