La crisis por la que atraviesa el país golpea con fuerza en el teatro independiente. En el mal momento, denuncian desde el sector, confluyen dos problemas: por un lado, la baja en la cantidad de personas que se acercan hasta los espacios para ver una obra y, al mismo tiempo, la nula actualización de los subsidios públicos.
“Consideramos que estamos en una situación de emergencia y sufriendo la recesión que se ha producido a lo largo de este año con respecto al público que acede al teatro”, dice a Diario Vivo la actriz Liliana Weimer, presidenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI).
En la Ciudad de Buenos Aires, ARTEI nuclea a cien salas y espacios de teatro independiente, con capacidades que van de 50 a 200 espectadores, en donde trabajan escenógrafos, iluminadores, coreógrafos, realizadores, boleteros y en donde también tienen lugar clases de formación y entrenamiento teatral. Según el Mapa Cultural elaborado por el Sistema de Información Cultural de la Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires se concentra el 19,1 por ciento de las salas de teatro de todo el país (374 espacios). La mayoría de estas pertenece al circuito independiente.
Según los últimos datos recabados por ARTEI, hasta junio la cantidad de entradas vendidas había caído 32 por ciento. “La situación va de mal en peor. Tenemos todo el año sin aumentar las entradas y en muchos casos manteniendo el precio del año anterior. Hemos implementado promociones de todo tipo, incluso la modalidad del teatro a la gorra, que se había dejado de utilizar, para atraer mas gente”, explica Weimer.
“Muchos de esos espacios, la mayoría son salas que tienen subsidio del Estado”, señala la presidenta de ARTEI. Los fondos que reciben las espacios puede provenir tanto de la Nación como del gobierno porteño, a través del Instituto para la Protección y Fomento de la Actividad Teatral No Oficial de la Ciudad (Proteatro). “Por el lado de ciudad hemos recibido, los que tenemos el subsidio de Proteatro, la misma cifra que en 2017”, asegura Weimer. Y agrega: “Estamos gestionando un plus a ver si pueden ayudarnos, como para que se pueda llegar a fin de año porque hay salas que no pueden llegar”.
Alquileres, mantenimiento técnico, honorarios, gastos en habilitaciones y servicios suelen ser los destinos en los que se aplican los fondos de los subsidios que, no obstante, no alcanzan al total de los gastos de los teatros independientes. “Los subsidios del Estado juntando Nación y Ciudad que llegan meses después de lo que tienen que llegar cubren la tercera parte del funcionamiento del espacio”, detalla Weimer.
“Estamos acostumbrados a solicitar préstamos, a poner dinero de manera personal, el problema es que cuando tenés que devolver dinero que conseguís por otra vía se hace imposible por los intereses. Se está viendo que hay salas con peligro de cierre. Si no les pagan en un tiempo breve no se sabe si llegarán a fin de año”, advierte la titular de ARTEI.
En la Ciudad de Buenos Aires el presupuesto del Ministerio de Cultura, a cargo de Enrique Avogadro, tiene destinado un rubro a las actividades independientes, y agrupa a Proteatro, Prodanza, BAmilonga, entre otras líneas de fomento. “Todas las organizaciones estamos pidiendo que ese porcentaje que va a la cultura independiente llegue al 3,5 por ciento del presupuesto de cultura. En la actualidad no llega al dos por ciento lo que va a toda la cultura independiente”, dice Weimer. Y concluye: “Nosotros nos financiamos con las entradas, las clases, pero en un clima de semejante recesión es cada vez más imposible.”
Desde la Asociación civil Espacios Escénicos Autónomos (Escena), que agrupa a espacios más pequeños de teatro, también advierten sobre la situación crítica de la actividad. La organización difundió en las redes sociales que el 40 por ciento de las salas del circuito independiente corre riesgo de desaparecer.