A los 77 años, falleció el director norteamericano George Andrew Romero, conocido por haber llevado a la pantalla grande clásicos del terror como “La noche de los muertos vivos” y “El amanecer de los muertos”tras una “breve y agresiva batalla contra el cáncer de pulmón según informó ayer el productor Peter Grunwald a Los Angeles Times.
El cineasta falleció mientras escuchaba la música de una de sus películas favoritas, “El hombre quieto” (1952), clásico de John Ford, con John Wayne, compuesta por Víctor Young y Richard Farrely, junto a su esposa, Suzanne, y su hija, Tina, según comentaron sus familiares.
Romero, de origen cubano y lituano, fue uno de los directores más seguidos por los amantes de los géneros de terror y fantástico, ya que fue autor de impresionantes relatos acerca de las criaturas denominadas “zombies” o “muertos vivos” que devinieron clásicos y generaron no solo secuelas sino además un sinnúmero de clones en todo el mundo.
Mucho se ha dicho de La noche de los muertos vivientes (1968). Pero si hay una alabanza que destaca por su acierto entre todas ellas, ésa es la comparación que Jason Zinoman nos propone en su Sesión sangrienta (2008) entre la cinta de George A. Romero y los Sex Pistols. Sostiene Zinoman en su texto -donde traza un lúcido recorrido por el “excéntrico grupo de cineastas outsiders” que, dando un nuevo brío a las pesadillas de sus espectadores conquistaron Hollywood y pusieron en marcha el cine de terror moderno- que la catarsis que La noche de los muertos vivientes supuso a la pantalla de miedo sólo es comparable a la que la banda de Johnny Rotten llevó al rock. El comentarista ponderado no puede hacer otra cosa que rendirse ante tanto acierto.
Lo rigurosamente cierto es que la precariedad de su producción y el éxito inusitado -se mantuvo varios años en la cartelera internacional- demostró a los excéntricos outsiders que se podía hacer buen cine de terror sin apenas dinero. Fue así como George a Romero abrió la puerta a cineastas como Tobe Hooper, John Carpenter o Wes Craven. Una forma de realizar películas cuya impronta se extiende hasta El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999).
Es sabido que Romero abominaba de “The Walking Dead” los zombis creados por Frank Darabont dentro de esa nueva narrativa televisiva que gusta a todo el mundo tanto. Pero tras la noticia de su óbito, a buen seguro que los caminantes, sus discípulos más recientes y notables, le estarán esperando.