El libro “Las principitas”, de Nicolás Herzog y Lina Vargas, recupera una historia muy arraigada en la cultura popular. Ésta historia, sitúa los orígenes de “El principito”, uno de los libros más importantes de la historia de la literatura universal, en las afueras de Concordia.
Según esta versión, el reconocido autor francés Antoine de Saint-Exupéry, se vio forzado a aterrizar su avioneta por un desperfecto técnico mientras sobrevolaba la mencionada ciudad entrerriana un día de verano de 1930.
La historia cuenta que un día entre diciembre de 1929 y enero de 1930 el Latecoere en el que volaba Saint-Exupéry se averió. El piloto se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia. Sin embargo, el aterrizaje no estuvo exento de accidentes.
Cuando aterrizó forzosamente en el campo que veía debajo, una rueda del avión pisó una vizcachera. Mientras inspeccionaba su avioneta para conocer el alcance de los daños, las risas de unas chicas llegaron a sus oídos.
Las jovencitas se reían de él en su lengua natal. Se trataba de las hermanas Fuchs, Susana y Edda, de 12 y 18 años. Y según cuenta esta versión, las hermanas Fuchs nutrirían el imaginario de uno de los libros más leídos de la literatura universal.
Las hermanas, sorprendidas de que el piloto las entendiera, fueron a pedir ayuda. Su su padre, Monsieur Fuchs, llevó al aviador al castillo de San Carlos. Se trataba de un palacete gastado donde vivía la familia en un recodo agreste del Salto Chico del río Uruguay. La solariega casa lo llevaría de regreso a la tierra de su infancia en Saint Maurice de Rémens, adonde encontró el reparo que nueve años más tarde le dio sustancia a “Oasis”, el quinto capítulo de su novela “Tierra de hombres”.
La publicación del sello Ariel es una secuela del filme “Vuelo nocturno”. Se trata de una película, híbrido entre documental y ficción, dirigida por Nicolás Herzog. La cinta recupera la historia, sacada del ámbito de la anécdota familiar por Elsa Aparicio Pico en 1953. Aparicio, amiga de la familia Fuchs, fue la primera en relacionar a “El Principito” con la visita que el aviador y escritor había hecho al clan Fuchs.
La obra “Principitas” desarrolla la infancia de Antoine Jean Baptiste Marie Roger (1900-1944), verdadero nombre de Saint-Exupéry. Además aborda su amor por la aviación; la misión que se autoimpone de intercomunicar al mundo como un puente cuando comienza a volar para la Aeropostal trazando rutas por África y Sudamérica; su vínculo con la muerte y la historia del mítico castillo, hoy parte de un Parque Nacional.
“En la infancia de Saint-Exupéry germina toda su obra“, afirma Lina Vargas, coautora de la obra. “La visita al castillo de San Carlos, en medio de la naturaleza, le evoca ese periodo que compartió con sus hermanos de juegos y creatividad constante: dibujaban, escribían, el Rey Sol, su apodo de niño, hacía poemas y despertaba a la familia para leérselos, hacían obras de teatro, inventaban aparatos, les gustaba la música”
Por eso, advierte, “no reivindico a Susana y Edda como musas estáticas, calladas. Sino como chicas que tenían voz con los adultos, opinaban en la mesa“. Una situación poco común para aquella época, sostiene Vargas. Y es a partir de “esa sensación de libertad y bienestar que también era común en su familia“, que lograron conectar con el autor
Mas allá de la relación con los Fuchs, en el texto el lector podrá encontrar la leyenda del Castillo. Se trata de una casona Luis XV de 27 habitaciones con terraza al río, pisos de mármol, cortinas de terciopelo y portón enorme de hierro macizo que terminó de construirse en 1888 a instancias de Édouard de Machy, un joven que dilapidaba la fortuna de su padre banquero en fiestas fastuosas y proyectos engañosos y que desapareció sin dejar rastro cuatro años después.
El libro descubre asimismo “una línea matriarcal compuesta por mujeres fuertes y autónomas“, señala Vargas. Por mencionar a algunas como Marie Suzanne Valon y Madame Fuchs quien “jugaba al golf (lo hizo hasta los 75 años), manejaba y, a veces, cuando el auto no arrancaba, apartaba al marido y se ponía al volante. Cabalgaba, fumaba, bebía whisky, tuvo su bautismo aéreo. Fue por su deseo de aventura que el matrimonio dejó Francia y se instaló en San Carlos en 1908. Amaba la naturaleza y le transmitió eso a sus hijos“.
“Finalmente está su vínculo con la muerte“, señala. Cuarentón y con dolores físicos por los accidentes aéreos que había sufrido, Saint-Exupéry publica “Piloto de guerra” (1942), una de las caras de la moneda que completa “El Principito” (1943).
Y como el personaje que deja que la serpiente le inocule su veneno para poder volver a su asteroide, el oasis infantil, Saint Exúpery deja Nueva York adonde se había mudado, discrepando con la política de resistencia antinazi de De Gaulle y retorna al escuadrón aliado de reconocimiento.
Finalmente desaparece, sobrevolando el mar Tirreno, el 30 de julio de 1944.
FICHA TÉCNICA:
Título: “Las principitas”
Autores: Lina Vargas y Nicolás Herzog
Editorial: Ariel
{Con información de Télam}