Dejar la tierra de origen y llegar a un nuevo punto de partida siempre fue un motivo para dejar plasmado las vivencias: del viaje, del momento en que se pone el pie en una tierra desconocida y de lo que pasa de ahí en adelante. Lu Xia, economista, escritora, actriz y empresaria, le suma a esto otra arista: el escribir sobre lo dejado atrás.
Lu Xia (34) es también Eva Blanco -así es su nombre artístico-, y recientemente publicó su primera novela, Ida, la primera ficción escrita por una mujer china en la Argentina (editorial El bien del sauce).
Ida es la historia de Chun Hua, una joven china que, pese a las barreras (familiares, culturales y sociales), llega a nuestro país para desarrollar una carrera que la lleva a convertirse en diputada. Viene de crecer en la ciudad de Yi Chun, de escapar de un destino alejado de cualquier intento de tener una vida propia, de estudiar y trabajar más allá de la cocina o la limpieza. Deja atrás el mandato familiar, atento a las demandas de los varones de la familia. Se aleja para siempre de la idea extendida de que una hija mujer es un inconveniente. Y en Buenos Aires se hace de amigas, va y viene en el amor y conoce una ciudad con reglas muy distintas a las de su país natal.
Pensar a Ida como una autobiografía novelada puede ser tentador, pero Lu Xia aclara: “Cada mujer es distinta y la mirada de China es distinta. No voy a decir que estoy escribiendo una novela sobre mi generación, eso no tiene sentido. Yo solo estoy escribiendo algo de Ida y sus amigas, nada más.”
“El vino es mi trabajo y escribir es mi hobby”, dice a Diario Vivo. Sucede que en China representa a una importante bodega argentina. “El vino es como mi marido, me mantiene económicamente (se ríe). Entonces puedo tener tiempo para hacer lo que me gusta, que es leer y escribir”.
-¿Cuándo fue que empezaste a escribir?
– Siempre me gustó, desde niña, es una necesidad mental o una necesidad psicológica escribir.
-En el libro figura Lu Xia y no Eva Blanco, que es tu nombre artístico.
-Sí, porque Lu Xia es mi nombre original, en chino. Eva Blanco es mi nombre artístico y prefiero usar mi nombre real. Además no es tan difícil para recordar, no como otros nombres chinos que son muy difíciles para pronunciar o para acordarse, entonces para mi Lu Xia va bien.
-Se dice que cuando alguien pinta o escribe lo hace para alguien, ¿Cuando escribiste Ida lo sentiste así?
-Sí, lo escribí para la Eva del pasado, una novela para mí misma, y para las amigas chinas.
-Ida comienza con una declaración feminista. ¿En qué momento te reconociste feminista?
-Argentina me cambió mucho en este sentido. Antes de venir a la Argentina, el tema del género nunca se me había ocurrido para pensar, discutir, reflexionar o cuestionar… vivía muy naturalmente. Llegué a la Argentina en 2011, y vi que las mujeres argentinas hablan o se portan de otra manera, tienen más confianza, son más agresivas que las mujeres chinas y eso me ayudó y empecé a aprender de ellas o a hablar con ellas. Todavía en China si una se llama a sí misma feminista significa que no tiene marido o no tiene un hombre que la quiera o hijos. Como que es alguien abandonada por los hombres. Todavía está mal visto. Y en Argentina no pasa nada de eso. En China no se les permite a las mujeres pagar la cuenta, y acá no pasa nada, puedo pagar la cena cuando estoy con amigos argentinos. A mi eso no me molesta nada, me hace sentir muy bien, pero no pasaría en China.
-¿Cómo trabajaste el lenguaje?
-El lenguaje depende las escenas, a veces si escribo en chino primero y después traduzco al español, y a veces escribo en español directamente. A veces es como que necesito pensar en chino y escribir en español. Eso depende mucho de las escenas, de los personajes, del tono que uso para cada personaje.
-En un momento el personaje principal, Chun Hua, piensa que puede ser una víctima de su época y menciona la violencia psicológica, la discriminación padecida, ¿algo de eso también sentiste alguna vez?
-Sí, en realidad todavía pienso en ese tema. Pienso que cada mujer vive en su espacio, y una generación vive en un espacio diferente. En este sentido, es como que el tiempo ya marca una forma de pensar. Entonces en algún sentido todos somos víctimas de la época, pero espero que la generación que viene, y por ahí mi hija, no sea la víctima, sino la dueña de su época.
-¿Pensaste en algún momento una imagen que los argentinos lectores de tu novela nos podemos hacer de China?
-Todavía en Argentina se ve a los chinos como monstruos y yo quiero transmitir el mensaje que son humanos como los argentinos. Aparte de la nacionalidad, del color de piel, en realidad no hay muchas diferencias profundas en el pensamiento. Entonces creo que la novela sirve un poco como acercamiento, pero eso no significa que leer esta novela te ayude a entender el mundo chino. Algo ayuda, pero no, hay mucha literatura china, cine chino, series. Todo eso ayuda a entender mejor a China, pero es lo mismo que con una novela de un escritor argentino diga “ah, asi es Argentina”. Eso no tiene nada de sentido.
-¿Cuánto tenemos en la Argentina para descubrir de la literatura china?
-Lo que pasa es que solo 50 o 100 libros de la literatura china fueron traducidos al español. Nada. Hay diez millones de obras buenas, clásicas…es un proceso, está mejorando pero todavía hay un camino muy largo.
-¿Argentina es un país amable con las personas inmigrantes que vienen de China?
-Para mí sí, no siento la discriminación. Por ahí en algunos otros países sí, pero en Argentina, por ahí porque es un país de inmigrantes y la cultura es muy diversa la gente tiene un corazón más grande para aceptar y aprender de las diferencias.
-El personaje de tu libro es una chica que llega de China y se convierte en diputada. ¿Te gustaría en algún momento incursionar en la política?
-Puede ser. Tenemos un diputado chino en Buenos Aires pero todavía no hay mujeres y creo que la mujer china puede apoyar o construir algo en ese ámbito. No solo en temas de género sino también en la economía. Siempre me preocupo un poco, porque tengo muchos amigos argentinos que no viven también en la Argentina, y una de las cosas que estoy pensando es cómo puedo usar la experiencia en China para ayudar o para aportar algo. Como todos sabemos en los últimos 40 años China sacó 800 millones de chinos de la pobreza, con la economía en crecimiento, y entonces aunque no se pueda copiar el modelo chino, cómo algunos datos o experiencias pueden ser útiles para el desarrollo de Argentina. Eso significa hacer política. Estoy haciendo lo que puedo, dando charlas en universidades sobre la economía china, traduje el libro La presidenta de Sandra Russo al chino para que los chinos puedan entender un poco sobre la política argentina.
-¿El peronismo es un espacio que te atrae?
-Si, para mí la ideología china está más cerca del peronismo.
-Contaste que estabas escribiendo. ¿Podés adelantar qué es lo que estás haciendo?
-Sí, estoy escribiendo una novela, se llama Victoria, que es un personaje de la novela Ida, la dueña de la casa de la cultura argentina en China. Se trata de cuatro generaciones de su familia: la bisabuela, abuela, madre y su historia. Para mi, para entender la China de hoy hay que entender la China del pasado. Y para entender qué pensamos las mujeres hoy también está bueno reflexionar cóimo eran las mujeres del pasado.
Por Nicolás de la Barrera