La canadiense Margaret Atwood y el británico Ian McEwan fueron afectados por una estafa internacional de phishing, como se llama el ciberdelito que suplanta la identidad para robar información, al igual que otros autores, agentes y editores a quienes les piratearon sus obras literarias con un motivo poco claro porque, si bien hay testigos del delito, esos manuscritos todavía no circulan en el mercado ilegal y lo desconcertante es que se incluyen firmas de nombres desconocidos.
Así lo informó el diario The New York Times, en una nota escrita por Elizabeth A. Harris y Nicole Perlroth, quienes dan cuenta “de una misteriosa estafa internacional de “phishing” que desde hace tres años viene “engañando a escritores, editores, agentes y cualquier persona en su órbita para que compartan manuscritos de libros inéditos” a través de correos electrónicos en los que suplantan la identidad haciéndose pasar por un contacto profesional del universo editorial.
Como le ocurrió al escritor James Hannaham con su nueva novela cuando recibió un correo firmado por “Sr. George”, al igual que su editor Ben George, pidiéndole el último borrador del manuscrito. El autor lo envió y “entonces Ben me llamó para decir: ‘Ese no era yo'”, contó Hannaham, cuyo nuevo título había sido anunciado como noticia a principios de mes.
De acuerdo a la investigación, la misma metodología afectó a la canadiense Margaret Atwood y al británico Ian McEwan, aunque no se dan mayores precisiones sobre lo ocurrido. Pero lo cierto es que además de esos consagrados autores de la literatura, el phishing salpicó a escritores noveles, cuyos textos hasta el momento no tienen valor en el mercado.
Lo curioso de esta estafa internacional es que hasta el momento ninguna de esas obras circula en el mercado ilegal y tampoco se han pedido rescate por ellas, por lo que no está claro quién o qué red está detrás del robo y cuál es la recompensa que se llevan con el delito. Como dijo el editor Daniel Halpern, uno de los afectados: “El verdadero misterio es el final”. Lo “alarmante”, agregó en declaraciones al The New York Times, es “que nadie sabe nada más allá del hecho”.
Según el diario estadounidense, una de las principales teorías en el mundo editorial, “es que son obra de alguien de la comunidad de exploración literaria. Los scouts organizan la venta de los derechos de los libros a editoriales internacionales, así como a productores de cine y televisión, y lo que pagan sus clientes es el acceso temprano a la información, por lo que un manuscrito sin editar, por ejemplo, tendría valor para ellos”.