“No digas que partiré mañana porque todavía estoy llegando/ Mira profundamente: llego a cada instante para ser el brote de una rama de primavera”, comienza el poema del monje budista y activista por la paz Thich Nhat Han que el ex vicejefe de Gabinete Mario Quintana leyó a sus colaboradores luego de comunicar su renuncia. A diferencia de Gustavo Lopetegui, quien aceptó el cargo de asesor que le ofreció Mauricio Macri, Quintana le anunció a su equipo que no seguía y que volvía a la actividad privada. Justo unos días atrás había vendido todas las acciones de Farmacity, que tantos cuestionamientos le había generado.
De nada les sirvió la encendida defensa de Elisa Carrió en Twitter. Finalmente, Quintana y Lopetegui se convirtieron en las únicas bajas del promocionado cambio de gabinete. El ex ministro de Modernización Andrés Ibarra (un histórico del Grupo Macri) ocupará su lugar mientras que Marcos Peña continuará en su lugar de jefe de Gabinete pero con funciones recortadas. Quintana fue ayer a la Casa Rosada para anunciar que no aceptaba el cargo consuelo que le ofrecía el Presidente.
El “Negro” Quintana siempre era citado dentro de Cambiemos como uno de sus funcionarios de primer nivel que no pertenecía a la clase alta. Hijo de una pareja de médicos de Mataderos, Quintana estudió Economía en la UBA, donde conoció y se hizo amigo de Horacio Rodríguez Larreta. Luego trabajarían juntos en la Anses y escribirían un libro a cuatro manos, Domando al elefante blanco, en el que elogiaban el proceso privatizador del menemismo.
Quintana, que asegura haber tenido militancia social en las villas durante su juventud, se pasó al mundo de los negocios luego de que su novia quedara embarazada y se viera obligado a mantener a su familia, según él mismo contó. Pegó el gran salto cuando lanzó el fondo Pegasus, en el 2000, y aprovechó la crisis de 2001 para quedarse a precios de ganga con firmas reconocidas como Freddo y Musimundo. Más tarde, el fondo lanzó sus propios proyectos como Farmacity, el más conocido. Un día antes de asumir como funcionario, Quintana renunció como CEO de la empresa y dejó a cargo a su segundo, aunque mantuvo las acciones, lo que le valió los cuestionamientos de la oposición. Hace 20 días anunció que finalmente las había vendido. Los analistas estimaban que podría haber recibido 20 millones de dólares a cambio.
De la mano de Marcos Peña, Quintana se convirtió en el gobierno en un controlador de la gestión económica. Según contaban en Gobierno, se había entusiasmado con la función pública y ya soñaba con un futuro político. Pero la irrupción de la crisis financiera lo puso en el ojo de la tormenta y su estrella se apagó. Ayer, poéticamente, avisó que volvía a la actividad privada.