Como cada año, este lunes por la mañana se llevó a cabo la limpieza y el mantenimiento de la araña del Teatro Colón, la bellísima luminaria de la sala de nuestro primer coliseo.
Durante el operativo, que tuvo el trabajo de más de 30 personas, y bajo la atenta mirada de la directora general del Colón, María Victoria Alcaraz, la araña descendió casi 30 metros para que sea posible su limpieza, mantenimiento y esencialmente el recambio de las 552 lámparas halógenas que posee repartidas en sus doce tulipas.
El proceso incluyó también el retiro de todas las lámparas, la limpieza de las tulipas y de las partes metálicas con la utilización de paños especiales, la colocación de todas lámparas nuevas y las reparaciones restantes que resulten necesarias. Finalmente, se realizó la prueba de encendido, apagado, enfriado y vuelta a encender, para verificar que todo esté en orden antes del ascenso final que lleva una duración aproximada de 40 minutos.
La araña del Teatro Colón es original del momento de su inauguración; fue construida en Europa a fines del siglo XIX por los hermanos Esteban y Luis Azaretto. Pesa 1300 kilos y tiene dos partes: una fija -amurada al techo- de siete metros y medio de diámetro y otra desplazable, de cinco metros y medio de diámetro y casi cuatro de alto, que constituye su plafón central.