La célebre y clásica obra del semiologo y lingüista, Roland Barthes, “Fragmentos de un discurso amoroso”, significó la génesis de una inusual ópera de cámara contemporánea “sin dramaturgia, historia ni cronología” estrenada hace cuatro años en Argentina y compuesta por Gabriel Valverde. Ahora cobra la forma de un CD y DVD publicado por el sello de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Titulada “Ese grito es todavía un grito de amor”, la Ópera esta dividida en 11 escenas y protagonizada por el músico Gabo Ferro, con la regié de Rubén Szuchmacher, dirección musical de Juan Carlos Tolosa y libreto (y música) del propio Valverde.
“El resultado final del disco ha logrado sintetizar el espíritu en escena de la obra y eso era algo muy complejo porque se trata de textos formales: no hay dramaturgia, no hay historia, no hay cronología. Se trabaja con la temporalidad, que es el factor principal en la música. Y todo eso era difícil de adaptar a otro formato” expresó Valverde, en diálogo con Télam.
“Ese grito es todavía un grito de amor” fue estrenada en 2014 en tres funciones realizadas en el Centro nacional de La Música a partir de un encargo del Ministerio de Cultura de la Nación de aquel momento.
El soporte último de la ópera es el trabajo de Barthes, “Fragmentos de un discurso amoroso”, editado por primera vez en 1977, inscrito en el estructuralismo e influido por el desarrollo de la lingüística. Toma al discurso amoroso como objeto.
En la ópera, aclaró Valverde, lo “discursivo” se plantea desde la música, incluyendo al texto desde su esencia y significado, y en la temporalidad que música y texto desgranan en su evolución. Sobre aquello se monta la régie de Rubén Szuchmacher, “que está y sin embargo no se la ve, interactúa y se integra perfectamente a la propuesta general”.
¿Qué dificultades supuso trasladar una ópera de cámara sin un argumento lineal al formato del disco y dvd?
Cuando registramos las tres funciones de 2014 se pudo filmar en una altísima calidad y luego pasamos bastante tiempo editando hasta que el producto comenzó a superar nuestras expectativas. El sello de la Untref se interesó en publicarlo. Era muy difícil pasmar el espíritu intimista de la obra y creo que ese fue el mayor mérito de la edición.
La ópera trabaja con mucho texto, por su extensión y su densidad, ¿Cómo se convirtió eso en un material musical?
Fue un trabajo poco común para una ópera. La propia editorial francesa dueña de los derechos de autor de Barthes quedó sorprendida con el pedido.
En la ópera contemporánea muchas veces sucede que el texto queda ubicado en un lugar muy marginal, que los diferentes elementos se yuxtaponen y no se integran. Creo que aquí no sucedió. Claro que había una dificultad en transformar esos textos en una obra escénica, pero ahí estuvo el trabajo de Szuchmacher para que esa ausencia de cronología no impidiera que hubiera una evolución entre los textos.
¿Cómo percibe la escena de la ópera contemporánea en la Argentina?
Desde hace un tiempo se advierte una especie de boom de la producción contemporánea, de la música de cámara, claro, no con grandes orquestas. Ahora bien, creo que deben debatirse cuáles son los ideales de esta nueva ópera de cámara. Porque a veces las dificultades de esta clase de producciones hace que se trabaje con un equipo donde no todos se conocen bien o que llegan a ser designados desde diferentes lugares y eso a veces conspira contra la unidad final. La ópera clásica, si se quiere hasta las primeras décadas del siglo XX, había logrado una magnífica configuración formal. Los cambios siempre son importantes, pero queda pendiente la consagración de una idea formal más definida, más integrada de todos los parámetros que constituyen una obra.
(Con información de Télam)