Mujeres referentes en el ámbito profesional participaron ayer, en el Senado, de la Primera Cumbre Internacional de Mujeres por la Paz. Entre las oradoras, María Kodama destacó la importancia de que haya un cambio en educación, como un camino para lograr la paz.
Kodama contó que tras una visita a un templo masón se sorprendió al ver un muro con imágenes de mujeres que reclamaban, hace un siglo, lo mismo que hoy exige el feminismo: derechos, igualdad y respeto.
En la conferencia, Kodama destacó que ella no se manifiesta contra el hombre y que por el contrario, exige libertad y responsabilidad ante esa libertad. Entre risas y anécdotas, contó que de pequeña ella quería practicar Kendo, un deporte de lucha con espadas. Y que al horrorizarse su familia, su padre le dijo: “Entre hombres y mujeres, no hay diferencia. Todo lo que puede hacer el hombre, lo puede hacer usted”. Las palabras de su padre, dijo, motivaron y apalancaron ese deseo revolucionario que llevó latente desde los inicios.
Kodama afirmó: “Si bien estamos atravesando un proceso, debe darse un cambio en la educación, ya que esta es el pilar fundamental para llevar a cabo la tan anhelada paz, dejando de lado los preconceptos”. La labor que debe presentar el gobierno, aseguró, es fomentar ideales para que no se destruyan los valores, ya que el cambio comienza desde “nuestro interior”.
A Kodama la siguió Silvia Musselli, embajadora para la Paz, quien centralizó la palabra como herramienta de socialización y comunicación para la paz, ya que, según explicó, con ella se puede generar la comunicación necesaria para resolver conflictos sin violencia y fijar límites para vivir favorablemente, para impulsar valores culturales cristalizados.
“La mujer en el arte y el arte de ser mujer” fue la consigna inicial de Irma Droz, directora y fundadora de la institución cultural America Madre, en una reflexión sobre el pasado y el rol que se le otorgó a la mujer desde los inicios, como un objeto de acompañamiento del hombre. La mujer siempre fue relegada y prohibida, señaló Droz. Es por eso, agregó, que “la mujer comenzó a manifestarse contando lo que siente a partir de la palabra poética, con una palabra que tiene latencia”. Droz habló de la palabra como herramienta y arma, una bomba de tiempo que debe contener un mensaje esperanzador.
Otro eje central de la jornada fue la inclusión de diversificación curricular. Nadia Savitzky, directora y entrenadora del Programa de Liderazgo para niños y adolescentes, contó su experiencia, donde la intención del cambio curricular fue generar a partir del arte y la educación oportunidades equitativas, desarrollar las potencialidades y capacidades, para conducir al logro de objetivos escolares y personales de cada estudiante. De esta forma, afirmó “lo que se busca es configurar un espacio a trabajar, brindándole las herramientas al estudiante para que construya su identidad, gestione su aprendizaje de manera autónoma, conviva y participe democráticamente”.
Por último, la presidente del Centro Educacional para la Paz, Lida Yazdani, contó que a partir del lanzamiento del libro “Danza de Virtudes”, un programa para capacitar a los docentes, están experimentando su aplicación para enriquecer las próximas ediciones, ver el efecto del programa en el niño y el joven, a medida que se adapta en el hogar y empieza a trabajar en las virtudes o aplicación de estas, o mismo en la tarea de servicio que el programa ofrece, generando un triángulo entre el docente, el estudiante y la familia. La iniciativa busca fortalecer la educación tanto en el ámbito familiar como en la educación, desarrollando capacidades éticas, morales y virtudes latentes en cada ser, dentro de un círculo virtuoso en todas las esferas de la vida.
En San Juan el programa tuvo resolución del ministerio y fue reconocido como interés educativo, dando una pauta para que tenga mayor alcance. Una vez que reciben la capacitación y manuales de cómo trabajar se replica en cada escuela de forma transversal, se trabajan otras áreas más artísticas incluyendo valores, donde la diversificación se pone en juego. Creando una sinergia especial, según la destreza de cada estudiante se manifiesta de forma diferente, evolucionando en el día a día.
Finalmente, Lida Yazdani concluyó: “No es una transformación individual sino que se tiene que conducir a una transformación social para alcanzar el ideal de unidad de la humanidad”.