Al medio día, lejos del horario de salida de la marcha del 8M, las calles de la ciudad estaban tomadas. En las esquinas, las paradas de colectivo, las estaciones de subte, o por donde se mirara había carteles en mano y rostros pintados que se dirigían rumbo a la Plaza de los dos Congresos. El tercer paro internacional ya comenzaba y mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersex y personas no binarias se hacían escuchar.
A las tres de la tarde las protagonistas de esta lucha se preparaban para atravesar los dos mil metros de distancia que hay entre el Congreso de la Nación y Plaza de Mayo, donde estaba ubicado el escenario. Las banderas se encontraban desplegadas y los pañuelos verdes -emblema de la lucha por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito- lucían como barbijos, pulseras, brazaletes o remeras en cada una de las presentes. “¡Alerta,alerta, alerta que camina la lucha feminista por América Latina!”, arengaba a las estudiantes del Carlos Pellegrini una joven con el megáfono en mano. Al lado, esquivando los saltos de un pogo intenso, una chica de 18 años escribía “Yo decidí” en su panza de seis meses.
Unos metros más adelante caminaba Silvia, una señora de 62 años, con su nieta Martina de la mano. Primera y tercera generación unidas bajo la misma causa: la igualdad de derechos. Juntas llevaban un cartel con el lema “Niñas no madres”, que manifestaba su enojo por la editorial de La Nación publicada el primero de febrero y, en especial, su repudio a los dos casos en los que fue negada, a niñas de 11 y 12 años, la interrupción de un embarazo producto de una violación. “Casos como el de Jujuy y el de Tucuman ocurrieron siempre, lo que pasa es que antes no se hablaba, pero esto se tiene que terminar”, expresó firme la tutora de Martina.
Fueron muchos los carteles que replicaban esa consigna, casi tantos como los que se realizan año tras año para visibilizar la violencia de género por la cantidad de femicidios. “Lo que más me movilizó a marchar por primera vez fue el impacto al saber de tantos femicidios. Con el tiempo me interiorice más en el tema, observé la desigualdad de género que hay y empecé a reclamar por mis derechos. Pero el primer basta fue por los femicidios”, comentó Sara Risoglio una estudiante universitaria.
El 3 de junio de 2015, tras el asesinato de Chiara Páez, el colectivo de Ni una menos convocó a una marcha para poner punto final a la violencia machista. Ese día, al igual que ayer, las calles temblaron y comenzó una nueva etapa para el feminismo en Argentina. Sin embargo el Estado parece no escuchar los reclamos, en lo que va del 2019 el observatorio “Ahora Sí que nos ven” registró 54 femicidios, lo que equivale a una muerte cada 26 horas. Cada año el hartazgo lleva más y más personas a ocupar la vía pública. No solo Buenos Aires es partícipe de este grito, en todas las provincias y en distintas partes del mundo se replican los mismos reclamos.
La lucha, que se corre del adjetivo solemne, colma el centro político de la ciudad con pancartas, glitter, cánticos e intervenciones artísticas para finalizar en un gran acto encabezado por las líderes del movimiento Ni Una Menos. A las siete de la tarde, cuando ya no se podía avanzar más, la lectura del comunicado no empezaba. “Hay organizaciones como la CGT y las distintas CTA que están boicoteando este paro y que se niegan a entregar el dinero que prometieron para que podamos realizar el acto que, con tanto esfuerzo, construimos”, afirmaron desde la organización e inmediatamente iniciaron una colecta para poder solventar los gastos del equipo de audio y, de esa manera, leer el documento final.
La indignación en torno a la falta de pago continuó en las nueve páginas que se leyeron, las centrales sindicales fueron acusadas de no apoyar la manifestación: “Denunciamos a la CGT y la CTA por darle la espalda a nuestro movimiento al no llamar al paro por el 8M y exigimos, una vez más, un paro general efectivo por nuestras reivindicaciones.
Desde el palco prosiguieron firmes, quedarse calladas no era una opción: “Estamos de pié haciendo un Paro General Internacional y Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, No Binaries e Intersex de la clase trabajadora, ocopades, desocupades, precarizades y de la economía popular, visibilizando a las mujeres indígenas, originarias, afroargentinas y negras en pos de empezar a saldar la deuda con ellas”.
“Paramos porque organizades decimos bien fuerte: basta a la violencia machista, basta a los femicidios, trasvesticidios, transfemicidios y crímenes de odio”, leyó una de las representantes mientras de lejos se escuchaban los bombos y redoblantes de las organizaciones estudiantiles.
Finalizó el reclamo y, de a poco, desconcentraron las manifestantes. Sin embargo, el día internacional de la mujer no terminó así de rápido, las feministas continuaron su jornada de reivindicaciones con reuniones en plazas, bares, centros culturales y en sus hogares. El movimiento, que logró cambiar las formas de hablar y pensar, se diluyó para seguir construyendo el cambio social.
(Foto Telam)