Por Malena Grigera
Nacido en Newark, Nueva Jersey (Estados Unidos) el 19 de marzo de 1933, sus abuelos fueron parte de la ola migratoria de judío europeo a Estados Unidos. Fue un ensayista y crítico de la sociedad estadounidense. Sus obras se basan en la experiencia judío estadounidense, él afirmó “No escribo judío, escribo estadounidense”.
Roth se recibió en la Universidad de Bucknell (Pensilvania) y obtuvo el posgrado en literatura inglesa por la Universidad de Chicago, en la que ejerció como profesor de escritura creativa. También enseñó en las universidades de Iowa, Pensilvania y Princenton.
Considerado uno de los mejores escritores norteamericanos de los últimos veinticinco años. Su novela Pastoral Americana lo llevó a ganar el premio Pulitzer de ficción en 1998. Dentro de la gran cantidad de premios que ganó a lo largo de su trayectoria se encuentran la Medalla Nacional de Humanidades, el Premio Nacional del Libro de Estados Unidos y el Premio Nacional del Círculo de Críticos de Libros, por mencionar algunos.
Philip Roth cuenta con más de 30 obras, entre sus grandes títulos se encuentra la colección de cuentos “Adiós, Colón” y su exitosa trilogía formada por “Pastoral americana”, “Me casé con un comunista” y “La mancha humana.”
Su carrera como escritor comenzó en 1958 con la publicación de su primer relato “La clase de persona que soy” (The Kind of Person I Am). Al año siguiente, escribió “Defensor de la fe” (Defender of the Faith). “Adiós, Colón” (Goodbye Columbus) publicada en 1959, fue su primer novela, cuenta con cinco relatos sobre la vida de judíos en Estados Unidos, también fue su primer obra llevada al cine diez años más tarde.
“Deudas y dolores” (Letting go) en 1962 expresa la agonía de un joven que se debate entre razón y sentimientos, conflicto que constituye una de las claves de su producción literaria, a la que siguió “Cuando ella era buena” (When she was good) en 1967.
“El lamento de Portnoy’s” (Portnoy’s complaint) en 1969, elevó a Roth al éxito literario. Las aventuras sexuales de Alexander Portnoy, contadas en un monologo a su psiquiatra y en la que el protagonista vive atormentado por los remordimientos y por su obsesión por el sexo, algo que el autor interpreta como consecuencia de la mentalidad judía.
A partir de ahí, sus obras conllevaron un gran reconocimiento editorial y con impacto en la sociedad estadounidense. Su éxito lo llevo a abandonar la docencia en 1992 para dedicarse completamente a la literatura.
Para su octogésimo cumpleaños, Roth leyó un fragmento de su obra El teatro de Sabbath (Sabbath’s Theater) “El pasaje termina con su héroe poniendo piedras en las tumbas de los muertos. Piedras que honran a los muertos. Piedras que también están destinadas a hablar a los muertos, para marcar la presencia de la vida, también, aunque solo sea por un tiempo. El pasaje termina simplemente. Termina con la línea, ‘Aquí estoy.’”