“Yo no voy a renunciar. Si quieren, que me derriben, porque si yo renuncio sería una declaración de culpa”, dijo el presidente de Brasil Miche Temer. Envuelto en una polémica que va creciendo días tras día tras el audio en el que se lo escucha, supuestamente, avalando el pago de una coima, el mandatario volvió a descartar que vaya a abandonar el Palacio del Planalto.
Desafiante, el sábado el jefe de Estado brasileño anunció que le pedirá al Supremo Tribunal Federal de Brasil que anule la investigación en su contra, al considerar que el audio que lo involucra en un caso de corrupción fue adulterado. A Temer se lo acusa de de intento de obstrucción de la Justicia, corrupción pasiva y asociación ilícita.
Mientras tanto, el clima en Brasil no está a favor del presidente que, según las encuestas, tiene una imagen positiva por debajo del 10% de la población. Ayer, la izquierda brasileña salió a las calles y pidió en una masiva protesta la renuncia de Temer.
“Se creó un clima que permea esta entrevista de que va a ser un desastre, de que Temer está perdido; yo no estoy perdido”, dijo Temer al diario Folha de São Paulo, y, desafiante, agregó: “Voy a revelar fuerza política a lo largo de las próximas semanas, con la votación de leyes importantes”.