Oderigo: “Nuestro anhelo es que cada vez haya menos presos y que los que están no reincidan”

Eduardo Oderigo usó el rugby, el deporte que practicó toda su vida, para ayudar a los presos a encontrar valores como el compañerismo, el esfuerzo y el trabajo en equipo.

Si se busca en el diccionario de la RAE la palabra cárcel, se encuentran dos definiciones:

1) Local destinado a reclusión de presos.

2) Pena de privación de la libertad.

Estas definiciones tienen algo en común: en ningún expresan algo sobre la reinserción del preso en la sociedad. En Argentina, específicamente, cada vez más se está buscando que esta institución logre que los presos sean reeducados para poder insertarse de nuevo en la sociedad.

Existen diferentes vías para tratar que el cambio abrupto de estar privados de la libertad a salir al “mundo real” no sea tan grande.  Eduardo “Coco” Oderigo es entrenador en el San Isidro Club y es abogado penalista. Él pensó que el rugby, el deporte que practicó toda su vida, podía ayudar a los presos a encontrar valores como el compañerismo, el esfuerzo y el trabajo en equipo.

En el 2009 nacieron “Los Espartanos” en la Unidad 48 de San Martín, una de las más peligrosas del país. Oderigo fue el ideólogo de este equipo que, desde esa fecha hasta hoy, se junta todos los martes a entrenar con los presos de esa unidad.

Por ahí ya pasaron 550 personas privadas de su libertad y cerca de 360 voluntarios que ayudaron con el proyecto, hoy ya convertido en la “Fundación Espartanos”.

¿Cómo son tus martes a la mañana cuando vas a entrenar a los Espartanos?

 Ya estoy focalizado desde el lunes a la noche, sé que el martes es un día clave, me visto de gimnasia, llevo a los chicos al colegio y de ahí directo a la cárcel. La rutina es siempre por el mismo lugar, los vamos levantando desde los distintos pabellones desde donde vienen. Hacemos una entrada en calor, unos ejercicios, un partido y terminamos siempre con una ronda donde la gente que viene por primera vez cuenta cómo lo vivió y se arenga un poco más como para que de ahí al viernes, que es el día siguiente donde vamos, no se caigan. Porque esto es ir dos, tres horas y después son tres días sin nuestra participación. Por lo general, termina con una linda arenga.

¿Cuál fue tu primer objetivo con todo esto, y cómo fueron mutando hasta conseguir algo nacional?

El primer objetivo fue confiar en personas en que nadie confiaba, a ver si el rugby prendía también en ellos. Increíblemente prendió, ya desde el primer día había caras distintas. No hicimos un plan maestro de entrada, pero nunca nos quedamos con la primera parte, que era justo el deporte. Siempre fuimos por más. Cuando estábamos en lo máximo del proyecto le agregábamos otra cosa y así hasta el día de hoy que estamos en 10 provincias.

 ¿Qué es lo que más satisfacción te da con todo esto que lograste?

La mayor satisfacción es ver cómo cambian las personas ahí adentro y lo ves claramente adentro de la cancha cómo se van controlando, van puliéndose y van mejorando. Esos cambios son inigualables, lo que pasó anteriormente no me importa. Soy uno de un montón que están viniendo a la cárcel. Siento esta alegría en ver cómo estas personas por las que nadie daba dos pesos hoy son otras personas.

Hay gente que cree que los rugbiers son personas violentas tanto dentro como fuera de la cancha, ¿Creés que rompiste con ese paradigma?

Más allá de lo que crea la gente, nunca me preocupo demasiado si piensan que son violentos, lo importante es que hacer con ese deporte. La clave es como me pasó a mí de chico, qué me miren a los ojos, que crean en mí. No son perfectos los que juegan al rugby ni muchísimo menos, pero es un deporte donde uno está enojado y puede canalizarlo de manera lícita mediante un tackle. Vos estás enojado jugando al fútbol y capaz le pegás una patada al contrario, eso está fuera de las reglas y te echan. Esto es lo que tiene este deporte, tiene la facultad de poder canalizar esa violencia de manera lícita dentro de la cancha, no afuera, y eso la gran mayoría de las personas que juega al rugby lo entiende y las personas que están detenidas no son la excepción.

¿Cuál es tu anhelo máximo con Los Espartanos y qué le dirías a la gente que no conoce el proyecto y quiere conocerlo?

 El anhelo más grande es que todas las personas que salgan de la cárcel no reincidan. En definitiva el día de mañana en vez de que haya más gente detenida, que cada vez haya menos. Y la gente que no conoce la cárcel, que pruebe, que mire y después que tome la decisión que quiera, que siga pensando igual, pero es necesario ver para después hacer un juicio de valor.