Un documental que ganó un Premio Oscar en 1970, una película más reciente que recrea las peripecias a los organizadores, diversas menciones en la literatura y posteriores ediciones, casi todas ellas bastante deslucidas, son algunos de los elementos que elevaron a la altura de mito al Festival de Woodstock y aún hoy mantienen viva la llama de ese acontecimiento socio-cultural.
Además de un disco en vivo con un resumen de lo ocurrido en el escenario, el festival quedó reflejado para la pantalla grande en el documental “Woodstock: tres días de paz y música”, dirigido por Michael Waidleigh, y editado y montado por un joven Martin Scorsese, el cual se proyectó durante años en las trasnoches de los cines porteños.
Ya en 2009, el renombrado realizador Ang Lee presentó “Bienvenido a Woodstock”, un filme en el que se recrea la organización del encuentro desde la mirada de Elliot Tiber, uno de los socios del organizador Michael Lang en esta aventura.
La mención de Woodstock también se convirtió en una acción recurrente en la literatura mundial, cada vez que un escritor intentó dar una señal de época en su relato.