El jefe de Gabinete, Marcos Peña, defendió la política económica del Gobierno y en particular el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en tanto que negó que haya una crisis estructural y que las cosas estén tan mal como algunos están diciendo”.
Sobre el panorama de la economía, el ministro reconoció las “dificultades” que el país atraviesa fruto de la “inestabilidad cambiaria”, y admitió el impacto que esos temblores tuvieron en la “desaceleración” del crecimiento económico.
“Producto de esa crisis cambiaria, empezamos a observar a partir de mayo que seguramente las cifras que veremos en junio y julio y en adelante ese crecimiento que tuvimos en el primer cuatrimestre se desacelere o en algunos casos se transforme en caídas, afectando la creación de empleo y alejando nuestras metas inflacionarias producto de esa devaluación”, reconoció.
En este marco, justificó la decisión del Gobierno de recurrir al finaciamiento del FMI como antídoto para recuperar la estabilidad.
Destacó que esta reacción que tuvo el Gobierno frente a un escenario adverso, que podría haber derivado en “una crisis mucho más profunda”, se tomó “sin especular” con “los costos” en “el corto plazo”, pensando únicamente en “la responsabilidad de largo plazo”.
“Accionamos antes de que sea tarde, de que sea una crisis mucho más profunda, tomando la decisión, sin especular con el corto plazo, de acudir a la fuente de financiamiento del FMI para de esa manera blindar de mayor manera las necesidades de financiamiento que teníamos por delante”, explicó.
Durante la sesión, hubo también tiempo para los cruces, como el que mantuvo con el diputado kirchnerista Rodolfo Tailhade, cuando éste pataleó a los gritos frente a una crítica del funcionario a la política de comunicación que tuvo el Gobierno del FpV.