Un personaje aparece mientras suena una música expectante en escena. Casi un ambiente inquietante y de suspenso se instala. La cámara se acerca en un primerísimo primer plano para comenzar esta obra que interpela sobre la cultura, el teatro, las obras, la utilidad del arte, el rol de artista mientras las artes escénicas atraviesan un marco de hibridación entre lo digital y la presencialidad.” Esto que van a ver es una exploración, un intento de dar cuenta de lo vivido en los ensayos, un documento que piensa en la experiencia escénica en pandemia. El resultado final es el encuentro entre dos modalidades de lo escénico: Cortes sin transiciones, primerísimos primeros planos, ritmo vertiginoso y encuadres típicos de las plataformas sincrónicas, por un lado y el escenario de una sala teatral tradicional, el telón, la luz de ensayo, la frontalidad “a público” y el uso de la maquinaria teatral, por otro”. De esta forma, la directora Ana Alvarado presenta su espectáculo.
Con la dramaturgia de Gabriel Penner y las actuaciones de Pablo Maidana, Luciano Mansur y Guillermo Tassara, la obra presenta una dramaturgia que pone de manifiesto la importancia del cuerpo del actor en escena como registro. “Los cuerpos son archivos, marcas en carne viva que se pueden leer, relatos de la existencia concreta…”, afirma uno de los personajes en un momento de la obra. La obra también dispara reflexiones sobre la presencia del actor en la escena y el silencio al que alude el título de la pieza se pone en juego en el diseño sonoro. Se construye una partitura inquietante y espeluznante donde a veces se superpone a la palabra.
“El desierto es ausencia constante e insoportable. Como en el teatro, lo único probable son las apariciones”, dicen en un momento de la obra y se suceden la presencia de maniquíes, máscaras y títeres. Aquí, aparece el teatro de objetos donde se retoma aquella famosa frase de Mauricio Kartun sobre el títere que es una “palabra que actúa”. Por su parte, las máscaras utilizadas en la obra contribuyen a la despersonalización de los actores y sus cuerpos.
Otros disparadores asoman en la obra como el culto a las obras de arte que le rinden a los hombres casi dando pie a un mundo metafísico. De esta forma, la obra instala cierta reflexión sobre el rol del artista como médium. Las críticas al teatro convencional se manifiestan cuando se ataca al teatro aristotélico. Allí, los objetos servirán de metáforas literales.
Como señalan en la gacetilla de la obra, mientras la obra y el equipo auguran la modalidad presencial de la obra en primavera, “Pieza para maniquíes y un actor de reparto…” es una dramaturgia no lineal y una invitación a aventurarse en el misterio de la creación teatral y las nuevas posibilidades de expectación y de técnica que propiciaron este momento pandémico.
Ficha técnica- artística:
Dramaturgia: Gabriel Penner
Dirección: Ana Alvarado
Asistencia de dirección: Valentina Veronese
Actúan: Pablo Maidana, Luciano Mansur y Guillermo Tassara
Diseño de vestuario y escenografía: Gabriella Gardelics
Realización de títeres y máscaras: Gabriella Gardelics, Pablo Maidana y Luciano Mansur
Diseño sonoro y música original: Cecilia Candia
Filmación: David de la Fuente y Julio Reynoso
Edición de video: Mechy Quintieri y Sebastián Ospatow
Diseño gráfico: Miur Nagur
Producción ejecutiva: Cristina Sisca