La Cumbre de líderes del Grupo de los 20 es una oportunidad propicia para entablar o cimentar relaciones bilaterales.
La importancia de las reuniones entre los primeros mandatarios no debe ser soslayada. Las reuniones de líderes del G-20 ya comenzaron a dar sus primeros frutos. México, Canadá y Estados Unidos firmaron hoy el T-MEC. El nuevo acuerdo preferencial de comercio que reemplaza al Nafta.
Pero más allá de los temas estrictamente económico-comerciales, el G-20 funciona como receptor de una multiplicidad de temas. En el mundo globalizado en el que vivimos hay problemas que afectan a todos los países.
Como contábamos en otra oportunidad, Argentina al tener la presidencia del G-20 este año ha sido la encargada de proponer los temas que se discutirán. Aunque no lo ha hecho sola. La presidencia saliente del G-20 (Alemania), quien preside la cumbre en el año en curso (Argentina) y quien sucederá el próximo año (Japón), trabajan de manera conjunta y coordinada para garantizar una articulación de los temas de la agenda multilateral. Esto es lo que se conoce como trabajo en troika.
Además, Argentina se ha apoyado mucho en los otros dos países latinoamericano miembros del G-20. Es en este sentido que, tanto Brasil como México y nuestro país, han buscado coordinar esfuerzos para plantear una agenda de temas desde el mundo emergente o periférico al mundo desarrollado.
Es por ello que uno de los temas que se destacan están estrictamente relacionados con nuestras realidades. Los desafíos que se le presentan a los países latinoamericanos llevan la voz cantante en la agenda. Sin embargo, estas problemáticas afectan a todos los países del mundo. Por tratarse de un mundo globalizado e hiperconectado, los países se enfrentan a problemas comunes.
De esta manera, el foro se presenta como la mejor opción para abordar estos temas acuciantes. Uno de los temas que nuestro país ha seleccionado como prioritario es el futuro del mundo del trabajo.
La revolución científico tecnológica llegó para quedarse. Esto no es ningún misterio. Lo que las potencias más poderosas del mundo tienen que discutir es cómo afectan los cambios tecnológicos al mundo del trabajo. Y, en este sentido, como lograr sacarle el mayor provecho a la tecnología sin perder los empleos existentes. Pero no sólo eso, sino como adaptar los trabajos actuales a un mundo cada vez más automatizado y robotizado.
Claro está que el impacto científico-tecnológico no es igual en todos los países. Sin embargo, es uno de los temas más acuciantes que los líderes del mundo tienen que discutir.
Relacionado con este problema está el de crecimiento y desarrollo sostenible. Minimizar los impactos negativos de la actividad y el progreso humano sobre el medio ambiente será un desafío que deberá ser perseguido con seriedad de cara a los próximos años. Aunque no parece ser prioritario en esta cumbre. Sobre todo teniendo en cuenta la toma de posición efectuada por Donald Trump al abandonar el Acuerdo de Paris el año pasado.
La Argentina también ha propuesto como tema la infraestructura para el desarrollo. Esto va en consonancia con la gran disparidad que existe entre algunos miembros del G-20, sobre todo en lo que a tasas de inversión se refiere.
Un futuro alimentario sostenible también le preocupa a la presidencia argentina. Nuestro país, al igual que otros países emergentes son exportadores netos de materias primas y alimentos.
Todos estos temas estarán atravesados transversalmente por un eje de discusión sumamente importante: el género.
Como hablábamos en otra nota, en medio de todas las tensiones que atraviesan a las grandes potencias, parecería difícil concretar resultados en estos cuatro frentes. Sobre todo si se tiene en cuenta que, las dos potencias más grandes -China y Estados Unidos- están netamente enfocadas en las cuestiones comerciales.
Sin embargo, aún es prematuro hablar sobre los resultados que depararán las reuniones. Resta esperar y ver los resultados de las reuniones, aunque el panorama no es alentador.