Retrato de un mundo perdido, de la búsqueda del amor y de la juventud, Der Rosenkavalier es uno de los títulos principales del romanticismo tardío. Escrita en tono de comedia, la obra de Strauss y Von Hoffmannsthal regresa, a 102 años de su primera versión local, de la mano de una figura desconocida por el público argentino y aclamado en el mundo entero, el canadiense Robert Carsen. El elenco se completa con Alejo Pérez como director musical, la soprano alemana Manuela Uhl y el bajo austríaco Kurt Rydl. La producción fue realizada para la Metropolitan Opera House de Nueva York y la Royal Opera House de Londres, en coproducción con el Colón y el Teatro Regio de Turín.
Con funciones este viernes 21, el sábado 22, domingo 23 y martes 25 de julio (todas a las 20 salvo la del domingo, que será a las 17) quien se encargó de la escenografía en esta oportunidad es Paul Steinberg, el vestuario corresponde a Brigitte Reiffenstuel y el de iluminación a Robert Carsen y Peter van Praet. La coreografía: Philippe Giraudeau y participan la Orquesta Estable, el Coro Estable (dirigido por Miguel Martínez) y el Coro de Niños del Teatro Colón (conducido por César Bustamante). El reparto estará en manos de dos elencos: El papel de la Mariscala será representado, en las funciones del 21, 23 y 25, por la soprano Manuela Uhl, quien hace tres años, deslumbró a los asistentes al Colón como “Crisótemis” en Elektra, también de Richard Strauss. En la función del sábado 22 en cambio, quien cantará “La Mariscala” será la notable intérprete argentina Carla Filipcic. Alternarán las interpretaciones del Barón Ochs los artistas Kurt Rydl y Julian Close, y Jennifer Holloway y Guadalupe Barrientos serán Octavian, Oriana Favaro y Marina Silva serán Sophie, John Hancock y Hector Guedes representarán a Faninal y en el papel de Cantante italiano se alternarán Darío Schmunck y Santiago Ballerini.
El caballero de la rosa es una de las óperas más amadas del repertorio alemán, y consecuentemente de las más representadas. Richard Strauss la escribió en 1910, inmediatamente después de Electra. En abril de 1945 el teniente Milton Weiss, de la Armada Estadounidense, fue enviado a requisar su villa en Garmisch-Partenkirchen, al pie de los Alpes bávaros. Él tenía 81 años. “Soy Richard Strauss –se presentó– el compositor de Der Rosenkavalier”.
Strauss ya había trabajado con el poeta y autor teatral Hugo von Hoffmannstahl en su ópera inmediatamente anterior, Elektra. Y mantuvo con él una colaboración de más de veinte años –hasta la muerte del escritor– que se plasmó en nada menos que seis óperas y una pantomima (La leyenda de Joseph). Nunca se encontraron para componer o discutir aspectos de esas obras. La relación entre ambos fue exclusivamente epistolar. Y toca, en esta segunda obra en conjunto, una suerte de punto neurálgico donde el distanciamiento (un distanciamiento tal que ni siquiera se declama como tal) se erige en principio constructivo.
Escrita en tres actos, “El caballero de la rosa” comienza con una escena amorosa entre la Mariscala y su amante Octavian. Él es ardiente; ella, esposa de un Mariscal eternamente ausente y sin duda uno de los personajes más adorables de Strauss, es una armoniosa combinación de placer y serena aceptación: quince o veinte años mayor que Octavian, sabe que “hoy o mañana o pasado mañana llegará el instante de la despedida”. Ese mañana no tarda en llegar.
El nudo central de la ópera lo constituye un matrimonio concertado entre el grotesco Barón Ochs y Sophie, la hermosa hija de una familia advenediza. El “caballero de la rosa” es el propio Octavian, que por una circunstancia fortuita le tocará presentarse en la casa de los padres de Sophie con una escolta de húsares y una rosa de plata para pedir la mano de la joven en nombre del barón Ochs.
Octavian y Sophie se enamoran y luego de una sucesión de enredos, farsas y juegos de identidad, Sophie se saca de encima al barón Ochs y queda en libertad para amar a Octavian. Hacia el final del tercer acto tendrá lugar uno de los tercetos de voces femeninas más memorables de la historia (Mariscala, Octavian y Sophie), que abre la Mariscala con conmovedora nobleza: “Hace algún tiempo decidí que le amaría honestamente, incluso aunque él amase a otra. Pero verdaderamente yo no podía imaginar que tendría que sufrir por ello tan pronto”.
Para más información, dirigirse a la web: www.teatrocolon.org.ar