La industria cultural es un motor económico de la sociedad pero tiene un desarrollo informal, y la crisis que desató el aislamiento social, preventivo y obligatorio puso en evidencia la precarización laboral en la que se encuentra el sector; en particular las artes escénicas que se destacan por una elaboración más artesanal en comparación con la música o el formato audiovisual.
Mientras los distintos entes correspondientes a los Ministerios de Cultura de la Nación y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dilatan las líneas de fomento, subsidios y aportes para mitigar los gastos económicos del sector; y piensan en conjunto al Ministerio de Salud los protocolos de seguridad para reabrir la actividad, los artistas despliegan diversas estrategias para subsistir y mantener o desarrollar sus fuentes de ingreso.
Sergio Albornoz, actor, director y docente de actuación frente a cámara, optó por embalar su vida en unas cajas de cartón y ubicar la cama en la sala principal del teatro: “Mi gato Rolfi está contento, corre por todas partes. Yo me ahorro el alquiler de mi casa y evito cerrar Quirón”, comentó a Diario Vivo sobre la situación actual del teatro independiente.
Diario Vivo: ¿Cuándo finalizaron las actividades? ¿Cómo fue la mudanza y el reencuentro con el teatro vacío?
Sergio Albornoz: Nosotros cerramos el 16 de marzo, fue previo al decreto de la cuarentena. Ese mismo día decidimos dar la clase virtual desde mi casa porque intuimos que se iba a complicar hacerla presencial. Después nadie volvió hasta ahora que tomé la decisión de mudarme. Apenas habilitaron los servicios de mudanzas hablé con un amigo que se dedica a eso y me vine porque no encontraba sentido pagar el alquiler del teatro que está cerrado y pagar el de mi casa. No queremos cerrar, fue muy fuerte ver las carteleras y el teatro vacío; nosotros pasamos el verano pintando las salas, a principio de año hicimos una inversión en vinilos para la vidriera y Quirón cumplió dos años durante la cuarentena. Decidí venirme por eso, porque no quiero cerrar y porque las clases van a seguir siendo virtuales por un largo tiempo y acá tengo la posibilidad de conectar fibra óptica, un internet que me permite desarrollarme.
DV: Quirón figura como uno de los teatros que cobró el Plan Podestá por integrar el registro del Instituto Nacional del Teatro (INT) entre 2018 y 2020 ¿Recibiste el subsidio? ¿Hubo un aumento o retribución económica teniendo en cuenta que quienes trabajan en el teatro perdieron sus fuentes de ingreso?
SA: Todavía no se acreditó y no se sabe cuando (se acreditará). El Plan Podestá está pensado para el alquiler, o ni siquiera, porque cuando te otorgan un aporte económico lo tienen que anunciar, después intercambiar los datos y, con suerte, al mes ingresa el subsidio. Cerrar un mes por la cuarentena, en este contexto en el que uno tiene las puertas cerradas y no puede trabajar, es letal. En todo este tiempo a uno no le han dejado de cobrar luz, gas y agua, voy a presentar un reclamo a EDESUR porque llegó 3 mil pesos de luz; no tiene sentido. El problema no son los subsidios, son los tiempos. Por ejemplo, como responsable de un teatro independiente que cuenta con representación de Proteatro me corresponde estar exento del ABL y de Ingresos Brutos, pero me siguen cobrando. Ya es un número importante y, aunque no lo fuera, cada puchito suma. Hace dos años que no tendrían que hacerlo y todo eso son trámites, ahí es donde tienen que acelerar.
DV: ¿Pudiste aplicar a una beca que contemple la inversión en internet que hiciste para continuar con tu trabajo?
SA: Hay un problema previo acá, porque si te presentás como responsable de sala para un subsidio ya no te podés presentar como artista; eso está mal porque en general los dueños de teatros independientes también somos artistas y para producir estamos sujetos a una cooperativa u otra persona que integre el proyecto y cambie el responsable. La cuarentena puso en evidencia un montón de cosas que ya estaban mal; que los fondos para sostener la cultura amplíen su plazo es un problema porque retrasan el cobro y hay gente que trabaja y vive del arte, del teatro, y eso no se contempla y uno para poder adaptarse a esta modalidad suma gastos. El gobierno se tiene que hacer cargo, es necesario que proporcionen planes de descuento en internet o plataformas y soportes webs, ahí están todas las acciones que no tienen en cuenta. Ni hablar de la precarización laboral que tiene nuestro sector, se habla mucho de las obras pero, ¿qué pasa con todos los docentes que viven de eso y no pueden dar una clase virtualmente? Es mucha la inversión que llevas a cabo para sostener tus fuentes de trabajo y eso no te lo retribuyen.
DV: Sos director en imagen y sonido, trabajas el formato audiovisual en cortos, películas y clases de actuación frente a cámara, además dirigís teatro y te formás como performer ¿Qué opinás del formato streaming para las artes escénicas? ¿Consideraste readaptar tus proyectos?
SA: Me cuesta mucho volver a imaginar algo escénico. El otro día cuando me instalaron internet el chico me dijo: “Pero si lo pongo acá va a ser complicado cuando venga la gente”. Me reí. Hay que ver cuándo vuelve el público y si vuelve. Esto presenta un nuevo tipo de teatro y quedará en la capacidad del arte en reinventarse, no hay respuesta. Para mí es imposible el teatro filmado, es complicado porque la cámara fija y la filmación pensada para convocatorias de festivales no funciona; y si lo pensaste más audiovisualmente deja de ser teatro… hay actuación pero no teatro, será otra cosa. Está bien la propuesta porque los artistas nos la tenemos que rebuscar, pero mis obras no las presentaría porque tengo el sueño de que sigan mucho tiempo más. Es muy complejo, se habló de la posibilidad de que los teatros independientes corten la calle y hagan las funciones ahí. ¿Yo debería cortar Avenida La Plata los fines de semana para hacer temporada? ¿Y con el frío que hago? Se puede instaurar la distancia social en el teatro Picadero o el Metropólitan Sura, pero en una sala para 40 personas no tiene sentido. Hay que adaptarse a lo que hay y tendré que reactivar los proyectos desde otro lugar, pero eso va a estar sujeto a los ingresos que tengamos en cuanto a subsidios.
DV: Sos parte de los espacios que integran el Pase Cultural, impulsado por Cultura Buenos Aires, das cursos de extensión en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y continuás con tus talleres de forma on-line ¿Cómo trabajás con los estudiantes y el aislamiento?
SA: Las iniciativas del pase cultural son íntegramente desarrolladas por mi. Es un acuerdo en el que nosotros generamos contenido y ellos nos proporcionan difusión en su base de datos de adolescentes. La verdad es que el formato virtual está funcionando muy bien, pero doy gracias no ser adolescente en esta época. Tengo varios estudiantes y a la segunda clase organizaron un Zoom aparte para hablar de cosas que no tienen nada que ver con el taller, tienen necesidad de juntarse con personas de su edad y es entendible. Pienso que este tipo de actividades son muy buenas para este contexto. Además, con los cursos de la UNA tenemos la oportunidad de sumar mucha gente del interior que en el formato presencial sería imposible. En los talleres de Quirón hay tres adultos mayores que son una bomba, una señora tiene una discapacidad que le dificulta el habla y, de tanto que trabaja en las actividades, en sus escenas se comprende todo. Aún estamos en la exploración de cómo dar clases en este momento, pero la distancia no es un problema.
DV: Y a todo esto se le suma que abriste un canal de Youtube.
SA: Sí, tenía ganas hace rato y no era sincero conmigo mismo. En cuarentena empecé a producir “Con el ojo en” en donde transmito distintos tipos de contenidos, le estoy dedicando mucho tiempo. En particular busco poner el foco en lo actoral, pero cada vez amplío más las propuestas. Además me permite otra comunicación porque son distintas las barreras, el otro día me comentaron en vivo desde Venezuela y eso está buenísimo. No estoy tan preocupado por la monetización porque genero contenido, se ve y lo disfruto. Puse un botón que te dirige a un Mercado Pago por si los suscriptores quieren aportar, como una gorra o algo, y hay gente que lo ha hecho. Estoy muy contento y mudarme al teatro me permite trabajar mejor y destinarle más tiempo.