Desde aquel fenomenal mediometraje en el que contaba la vida de la cantante Karen Carpenter con muñecas Barbie (Superstar, 1987), Todd Haynes ha demostrado una sensibilidad especial para incorporar el kitsch y la estética más exagerada de la sociedad de consumo en su cinematografía. Es posible que May December sea su obra más radical en ese sentido.
El director de dramas en apariencia tan serios y sensibles, como Lejos del cielo (2002) o Carol (2015), donde la remodelación de los códigos del melodrama hollywoodiense favorecía siempre la expresividad emocional por encima de la contención realista del relato, en su nueva película emplea todas las herramientas de la caja del sensacionalismo audiovisual que son habituales en los telefilmes habituados a llevar hechos reales a la gran pantalla, cuanto más morbosos mejor.
En esa categoría entra la historia que sirve de arranque argumental a May December. Julianne Moore interpreta a Gracie, una profesora que tuvo un escandaloso romance con uno de sus alumnos, menor de edad, extensamente tratado en la prensa sensacionalista. Un par de décadas después la pareja sigue unida, con hijos, y la historia que hizo chillar a la opinión pública parece haberse diluido (salvo por algún que otro correo de odio en forma de heces en el buzón) hasta que se pone en marcha una adaptación para el cine.
En ese momento empieza May December. Natalie Portman es Elizabeth Berry, la actriz encargada de interpretar a Grace en la película que se va a rodar. Ha conseguido su permiso (bastante a regañadientes) para introducirse en su vida durante el proceso de preparación del personaje y mimetizarse lo máximo posible. Elizabeth está tanto en el rango de edad actual de su marido (Charles Melton, de Riverdale) como en el de la maestra cuando se acostó por primera vez con su alumno, lo que anticipa por dónde irán los tiros del psicothriller subsiguiente.
Los límites de la parodia
Que la relación entre las dos mujeres no tarde ni medio segundo en enturbiarse, o que Elizabeth esté dispuesta a llevar la suplantación de Gracie en su vida personal mucho más lejos de lo que cualquier ética soportaría, no sorprenderá a ningún espectador de la escuela Hallmark o Lifetime.
La gracia está en ver cómo Todd Haynes se adueña de esos recursos y puntos de giro para mimetizar su propio lenguaje cinematográfico en medio de toda esta farsa. En sus manos, la melodía de Michel Legrand para The Courier (1971) se repite tan machaconamente como la música de impacto de cualquier telenovela.
Las interpretaciones alocadas de Portman y Moore empujan en la misma dirección y el hecho de que May December sea una producción de Gloria Sanchez Productions con Will Ferrell en los créditos ayuda a posicionarla en la misma línea creativa de trabajos paródicos cuya fuerza nace del ridículo de la ultraseriedad como el falso telefilme A Deadly Adoption (2015) o la miniserie The Spoils of Babylon (2014) y su secuela.
Sin embargo, una vez establecidas estas coordenadas, se echa de menos más arrojo formal por parte de Haynes. Y quizás más originalidad, o profundidad incluso.