Sin prisa y sin pausa

Se estrenó en Netflix “La Mantis” la serie inspirada en “El silencio de los inocentes” que narra la vida de una asesina serial de hombres violentos

Mantis es la nueva serie de Netflix, ya disponible en el canal on-demand. La propuesta de los creadores Nicolas Jean, Alice Chegaray-Breugnot, Grégoire Demaison y Laurent Vivier es la de un thriller influenciado por la historia de “El silencio de los inocentes”, por esa presentación de la psicopatía como algo casi atractivo, fruto de una perversión de la inteligencia y con unos códigos horribles pero comprensibles. Si Hannibal Lecter despreciaba el mal gusto y la mala educación, Jeanne Dever, ésta protagonista, odia los hombres inmorales.

En la piel de Jeanne Dever, la actriz francesa Carole Bouquet representa una madre que asesinó ocho hombres en los ochenta y principios de los noventa hasta que la policía consiguió atraparla. El problema es que este mismo cuerpo necesita su ayuda cuando aparece un imitador 25 años más tarde. ¿Su único requisito? Que el jefe de la investigación sea su hijo, un policía comprometido con su trabajo y traumatizado todavía por su infancia.

 

 

Ahi es donde la conexión con el nombre de la serie entra en juego. La mantis es un insecto alargado y verdoso cuyo comportamiento depredador, tanto en la cópula como en la alimentación, le ha dado mala fama. Dicen los que saben que no es tan así, que las hembras solo devoran al macho cuando la especie se encuentra en cautiverio y que el hecho de alimentarse de insectos vivos, lejos de ser un peligro, la convierte en un arma eficaz contra plagas que afectan la vida humana.

Si todo eso parece conocido es porque lo es: crímenes rituales, falsas pistas, pasado que regresa. Lo curioso de la serie es un puntual alejamiento de sus hermanas anglosajonas: aquí no hay desconocidos sino que todo queda en familia.

No solo el capitán Damien Carrot debe seguir las indicaciones que ofrece su madre asesina para descubrir los nuevos crímenes del imitador, sino que la red se va tejiendo siempre cerca del núcleo familiar, clave de todos los secretos. ¿Qué tienen en común las víctimas y los asesinos? ¿Qué hay detrás de esa justicia que impartía Jeanne a sus víctimas, también victimarios?

Sin el histrionismo y la siniestra seducción de un Anthony Hopkins vestido de blanco, la Jeanne que delinea Carole Bouquet en sus pocas pero notables intervenciones es lo mejor de la historia.

Con una belleza que nada tiene que envidiarle a sus años de juventud en aquella despedida de Buñuel, Bouquet tiene a sus 60 años un encanto perverso y demoledor, que hace que nadie del elenco pueda estar a su altura, menos Fred Testo, quien por desgracia interpreta a su hijo con afectaciones de psicodrama y nula ambigüedad.