La poeta portuguesa Ana Luísa Amaral fue distinguida con la trigésima edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante reconocimiento del género en español y portugués que tiene como objetivo premiar el conjunto de la obra poética de una autora o autor vivo.
Nacida en Lisboa en 1956, Amaral es profesora en la Universidad de Porto e investigadora en Estudios Feministas, Teoría Queer y Poéticas Comparadas y autora de una treintena de libros, entre poesía, ensayo, teatro y literatura infantil, además de traductora de obras de Shakespeare, Emily Dickinson y John Updik.
El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado de 42.000 euros, es otorgado de manera conjunta por el Patrimonio Nacional y la Universidad Salamanca y significa el reconocimiento más prestigioso de poesía en español y portugués.
Por su obra, en la que destacan poemarios recientes como “What’s in a name” -“¿Qué hay en un nombre?” publicado al castellano por Sexto Piso-, recibió numerosos galardones, como el Gran Premio de Poesía de la Asociación Portuguesa de Escritores o el Premio PEN de Narrativa.
“Ha sido una felicidad inmensa, una alegría y un honor“, dijo la escritora portuguesa a la agencia EFE tras conocer la decisión del jurado. “Es un premio de enorme prestigio, hecho para la poesía. Creo que es el más prestigioso en Iberoamérica porque envuelve a todos los países de expresión española y los portugueses en Portugal”, añadió.
Con la decisión del jurado de esta trigésimo edición, Amaral suma su nombre a la lista de autores que fueron galardonados con este reconocimiento desde 1992, entre ellos Raúl Zurita (2020), Joan Margarit (2019), Rafael Cadenas (2008) o la uruguaya Ida Vitale (2015). De Argentina, el único poeta premiado fue Juan Gelman en 2005.
A continuación, tres poemas para conocer el trabajo de Amaral:
Voces
Eterno este instante: el día claro
Los colores de la casa dibujadas en raso aguado,
castaños y rojos casi en declive,
limpísimas las ventanas, de cristales muy honestos.
Instante éste que fue y ya no es, mal puse el bolígrafo
en el papel: eterno
Soñé contigo, desperté al pensar
que todavía eras, como lo es esta ventana,
como el cuerpo obedece a este viento caliente, y es ágil,
pero todo: tan confuso como los sueños
Ahora, en este instante, recuerdo la sensación
de cuando estabas, el roce.
No distingo los contornos de mi sueño, no sé
si era una casa, o un pedazo de aire.
La memoria limpísima es tuya,
todo lo cubre, trayendo azul y sol a esta plaza
donde me siento, justo en la esquina,
como las casas
Y ahora, tu caminar
acabó de pasar justo a mi lado, igual,
y ahora se multiplica en las mesas y las sillas
que cubren calle y plaza,
y te veo frente a mí en el cristal,
más real que este instante, y si Brueghel te viera,
te pintaba, exactísima y aquí mismo.
Y estarías más cerca de lo eterno
(Yo, que no sé nada más, salvo el fulgor de lo breve,
yo, te daría palabras)
Cosas de partir
Intento empujarte desde encima del poema
para no destruirlo en la emoción de ti:
ojos semicerrados, en precauciones de tiempo
soñándolo de lejos, todo libre, sin ti.
De él ausento: tus ojos, sonrisa, boca, mirar;
todo cosas de ti, pero cosas de partir…
Y mi alarma nace: y si moriste ahí,
en medio de suelo sin texto que está ausente de ti?
Y si ya no respiras? Si no te veo más
por querer empujarte, lírica de emoción?
Y mi pánico crece: si no estuvieras allí?
Y si no estuvieras donde el poema está?
Hago eróticamente respiración contigo:
primero un adverbio, después un adjetivo
después un verso todo en emoción, promesas.
Y termino contigo encima del poema,
presente indicativo, artículos a oscuras
What’s in a name
Pregunto: ¿qué hay en un nombre?
¿De qué espesura está hecho si se atiende,
en qué guerras se ampara,
paralelas?
¿Linajes, suelos serviles,
razas domadas por algunas sílabas,
pilares de la historia sobre leyes
que en fuego y llamarada se forjaron?
Extirpado el nombre, quedará el amor,
quedaremos tú y yo, aun en la muerte
aun sólo en el mito
Y aun el mito (¡escucha!),
nuestra fugaz historia
que unos leerán como materia inerte,
quedará para el siempre del humano
Y otros
habrán de recogerlo siempre,
cuando su siglo carezca de él
Y entonces, amor mío, mi mayor fuerza,
seremos para ellos cual la rosa
O no, cual su perfume:
ingobernado libre
(Con información de Télam)