Los presidentes estadounidense y norcoreano, Donald Trump y Kim Jong-un, iniciaron hoy una cumbre sin precedentes con un apretón de manos y un intercambio de sonrisas en Singapur, donde el norteamericano dijo que tendrán una “gran discusión” y su par norcoreano acotó que ambos superaron “prejuicios” para llegar a este punto.
Luego del saludo, Trump y Kim pasaron a una sala contigua y celebraron una entrevista a solas de unos 35 minutos, en la que estuvieron acompañados sólo por traductores.
A su término, los mandatarios, acompañados de sus delegaciones, se sentaron frente a una larga mesa, donde intercambiaron las primeras palabras antes de que Trump agradeciera a los periodistas y fotógrafos y les pidiera que se retiraran.
El presidente estadounidense dijo unas palabras a Kim mientras las cámaras estaban encendidas. El líder norcoreano respondió desde el otro lado de la mesa y Trump asentía con su cabeza, con el rostro serio.
Estados Unidos y Corea del Norte han sido enemigos desde entonces, y la enemistad se agravó cuando el régimen comunista inició un programa nuclear que le permitió realizar seis ensayos nucleares desde 2006.
Antes de su entrevista privada, Trump, sentado junto a Kim en sendos sillones, dijo a periodistas que era un “honor” estar junto a su par de Corea del Norte, que ambos desarrollarán una gran amistad y que su cumbre será “un éxito tremendo”, informó la cadena CNN.
A su turno, Kim señaló que no había sido fácil llegar a la cumbre, pero que los dos países lograron superar “viejos prejuicios y prácticas que obraron como obstáculos” en su relación bilateral.
Trump llegó primero al hotel Capella de la isla Sentosa de Singapur, tres cuartos de hora antes del comienzo de la cumbre. Kim llegó unos minutos después, en una caravana de autos blindados.